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EL SENTIDO CRISTIANO DEL “CARPE DIEM"
(aprovecha el día)
«Jesús mismo es el “hoy” de la salvación en
la historia, porque lleva a cumplimiento
la plenitud de la redención»
LA RELACIÓN ENTRE FE Y MATRIMONIO,
TEMA DEL
DISCURSO DEL PAPA AL TRIBUNAL
DE LA ROTA
«La fe en Dios, sostenida por la gracia divina,
es por lo tanto un elemento muy importante
para vivir la dedicación mutua y la fidelidad
conyugal»
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“Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura
que acabáis de escuchar”.
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Ciudad del Vaticano, 27 de enero 2013 (VIS).
”ada momento puede ser un “hoy” propicio para nuestra conversión. Cada día
puede ser el “hoy” salvífico porque la salvación
es historia que continúa para la Iglesia
y para cada discípulo de Cristo. Este es
el sentido cristiano del “carpe diem”: aprovecha
el hoy en que Dios te llama para darte la
salvación”. Estas han sido las palabras que
ha dirigido el Papa a los fieles reunidos
a mediodía en la Plaza de San Pedro para
rezar el Ángelus.
Como es habitual, Benedicto XVI ha comentado
las lecturas de la liturgia dominical, especialmente
el evangelio en que San Lucas habla de la
presencia de Jesús un sábado en la sinagoga
de Nazaret:
“Como buen observante, el Señor no se sustrae al ritmo litúrgico semanal
y se une a la asamblea de sus compatriotas
en la oración y en la escucha de las Escrituras.
El rito prevé la lectura de un texto de la
Torah o de los Profetas, seguido por un comentario.
Ese día Jesús se levantó para leer y encontró
un pasaje del profeta Isaías que inicia así:
“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque
me ha consagrado por la unción. Él me envió
a llevar la Buena Noticia a los pobres(...).
Finalizada la lectura Jesús dice: “Hoy se
ha cumplido este pasaje de la Escritura que
acabáis de escuchar”. San Cirilo de Alejandría
afirma que el “hoy”, colocado entre la primera
y la última venida de Cristo, corresponde
a la capacidad del creyente de escuchar y
arrepentirse. Pero, en sentido aún más radical,
Jesús mismo es el “hoy” de la salvación en
la historia, porque lleva a cumplimiento
la plenitud de la redención”.
“Este pasaje evangélico nos interpela “hoy” también a nosotros.
En primer lugar, nos hace
pensar en nuestro
modo de vivir el domingo:
día familiar y
de descanso, pero todavía
más, día que debemos
dedicar al Señor, participando
en la Eucaristía,
con la cual nos nutrimos
del Cuerpo y Sangre
de Cristo y de su Palabra
de vida. En segundo
lugar, en nuestro tiempo
de dispersión y
distracción, este Evangelio
nos invita a
interrogarnos sobre nuestra
capacidad de
escucha. Antes de poder
hablar de Dios y
con Dios, hay que escucharlo,
y la liturgia
de la Iglesia es la “escuela”
de esta escucha
del Señor que nos habla”.
"Después de rezar
el Ángelus el Papa
soltó en el cielo de Roma
dos palomas que
le trajeron un niño y una
niña pertenecientes
a la Acción Católica que
concluye con la
Caravana de la Paz en la
Plaza de San Pedro
el mes de enero tradicionalmente
dedicado
a este tema.
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First Comes Love:
Finding Your Family in the Church and the
Trinity
Scott Hahn
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"LA RELACIÓN ENTRE FE Y MATRIMONIO, TEMA DEL
DISCURSO DEL PAPA AL TRIBUNAL
DE LA ROTA
Ciudad del Vaticano, 26 enero 2013 (VIS).
-
l Santo Padre ha recibido esta mañana en
la Sala Clementina, a los miembros del Tribunal
de la Rota Romana, con ocasión de la apertura
del año judicial. Su discurso, del que ofrecemos
amplios extractos, se centró en la relación
entre fe y matrimonio, a la luz de “la actual
crisis de fe que afecta a varias partes del
mundo y lleva aparejada una crisis de la
sociedad conyugal”.
“El Código de Derecho Canónico define la realidad natural del matrimonio
como pacto irrevocable entre
el hombre y
la mujer. La confianza mutua,
de hecho, es
la base indispensable de cualquier
acuerdo
o pacto. En el plano teológico,
la relación
entre la fe y el matrimonio tiene
un significado
más profundo. El vínculo esponsal,
aunque
sea realidad natural, entre los
bautizados,
fue elevado por Cristo a la dignidad
de sacramento”.
“La cultura contemporánea, marcada por un fuerte subjetivismo y un
relativismo ético y religioso plantea serios
retos a la persona y a la familia. En primer
lugar, el de la capacidad misma del ser humano
para unirse, y el de si una unión que dure
toda la vida es realmente posible (...) Es
parte de una mentalidad muy extendida, pensar
que la persona sea ella misma permaneciendo
“autónoma” y entrando en contacto con el
otro solo través de relaciones que pueden
ser interrumpidas en cualquier momento (...)
En la decisión del ser humano de unirse con
un vínculo que dure toda la vida influye
la perspectiva básica de cada uno, es decir,
si está anclada en un terreno puramente humano
o si se abre a la luz de la fe en Señor (...)
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El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque separados de
mí no podéis hacer nada", así decía
Jesús a sus discípulos, recordándoles la
incapacidad sustancial del ser humano para
efectuar , sólo por sí mismo, lo que es necesario
para el verdadero bien. El rechazo de la
propuesta divina conduce, de hecho, a un
desequilibrio profundo en todas las relaciones
humanas, incluida la matrimonial y facilita
una errada comprensión de la libertad y la
auto-realización, lo que unido a la fuga
ante el sufrimiento soportado con paciencia
condena al hombre a cerrarse en su egoísmo
y egocentrismo. Por el contrario, la aceptación
de la fe hace al hombre capaz de la entrega
de sí (...); y descubre así la amplitud de
ser persona humana”.
“La fe en Dios, sostenida por la gracia divina, es por lo tanto un elemento muy importante
para vivir la dedicación mutua y la fidelidad
conyugal. No se pretende con esto afirmar
que la fidelidad, como las otras propiedades,
no sean posibles en el matrimonio natural
entre los no bautizados. De hecho, éste no
se encuentra desprovisto de bienes que "proceden
de Dios Creador y se insertan de forma incoativa
en el amor esponsal que une a Cristo con
la Iglesia". Pero, por supuesto, el
cerrarse a Dios o el rechazo de la dimensión
sagrada de la unión conyugal y su valor en
el orden de la gracia hacen ardua la encarnación
concreta del altísimo modelo de matrimonio
concebido por la Iglesia, según el plan de
Dios, pudiendo llegar a socavar la validez
misma del pacto, cuando(..) se traduzca en
un rechazo del principio de la obligación
conyugal de fidelidad o de los otros elementos
o propiedades esenciales del matrimonio.”.
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Juan Pablo II:
Cruzando el umbral
de la esperanza
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"Tertuliano, en su famosa "Carta a la
esposa", hablando de la vida matrimonial marcada
por la fe, escribe que las parejas cristianas
"son verdaderamente dos en una sola
carne y donde la carne es única, único es
el espíritu. Juntos oran, juntos se postran
y ayunan juntos, cada uno enseña al otro,
el uno honra al otro, el que sabe sostiene
al otro".
"Los santos que han vivido la unión matrimonial y familiar desde una perspectiva cristiana,
fueron capaces de superar incluso las situaciones
más adversas, logrando la santificación del
cónyuge y los hijos con un amor que se ve
reforzado por una solida fe en Dios, una
sincera piedad religiosa y una intensa vida
sacramental. Estas experiencias, marcadas
por la fe, hacen comprender cómo, aún hoy,
es precioso el sacrificio ofrecido por el
cónyuge abandonado o que ha padecido un divorcio,
si —reconociendo la indisolubilidad del vínculo
matrimonial válido— consigue no dejarse "implicar
en una nueva unión … En tal caso su ejemplo
de fidelidad y de coherencia cristiana asume
un particular valor de testimonio frente
al mundo y a la Iglesia".
"A todos los seres humanos -continuó- se les recuerda de este modo
su condición de pecadores, así como la necesidad
de penitencia y de conversión. La fe cristiana
nos recuerda que esta urgente invitación
a rechazar el mal y a hacer el bien es un
don de Dios, del que proviene toda realidad
buena para la vida del hombre. Todo tiene
su origen en la gratuita iniciativa de Dios,
que nos ha creado para la felicidad y orienta
todas las cosas hacia el verdadero bien". |
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A Catholic Handbook For Engaged and Newly
Married Couples
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"Quisiera, por último, detenerme brevemente en el "bonum coniugum".
La fe es importante en la realización del
auténtico bien conyugal, que consiste simplemente
en querer siempre y en cualquier caso el
bien del otro, en función de un verdadero
e indisoluble "consortium vitae".
De hecho, en el propósito de los esposos
cristianos de vivir una verdadera "communio
coniugalis" hay un dinamismo propio
de la fe, por lo que la "confessio",
la respuesta personal y sincera al anuncio
salvífico, implica al creyente en el movimiento
de amor de Dios. "Confessio" y
"caritas" son "las dos maneras
en que Dios nos atrae, nos hace actuar con
Él, en Él y para la humanidad, para su criatura...
La "confessio" no es una cosa abstracta,
es "caritas", es amor. Sólo así,
es realmente el reflejo de la verdad divina,
que como verdad es también inseparablemente
amor".
"Sólo a través de la llama de la caridad, la presencia del Evangelio no es ya sólo
palabra, sino realidad vivida. En otras palabras,
si bien es cierto que "la fe sin la
caridad no da fruto, y la caridad sin fe
sería un sentimiento constantemente a merced
de la duda", hemos de concluir que "fe
y caridad se necesitan mutuamente, de modo
que la una permite a la otra realizar su
camino". Si esto es cierto en el contexto
más amplio de la vida comunitaria, debe tener
aún más valor en la unión matrimonial. Es
en ella, en efecto, que la fe hace crecer
y fructificar el amor de los esposos, dando
espacio a la presencia del Dios Trino y haciendo
que la misma vida conyugal, vivida así, sea
"alegre noticia" ante mundo”.
"Reconozco las dificultades, desde un punto de vista jurídico y práctico,
para dilucidar el elemento esencial del "bonum
coniugum", entendido hasta ahora principalmente
en relación a las hipótesis de incapacidad.
El "bonum coniugum" es también
relevante en el ámbito de la simulación del
consentimiento. Ciertamente, en los casos
sometidos a vuestro juicio, será la indagación
"in facto" que verificará la posible
validez de esta causa de nulidad, predominante
o coexistente con los tres "bienes"
agustinianos: la procreación, la exclusividad
y la perpetuidad. |
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Nuevo Catecismo
de la Iglesia Católica
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Por lo tanto, no se debe prescindir de la consideración de que puedan darse casos
en que, precisamente por la ausencia de fe,
el bien de los cónyuges resulte dañado, es
decir, excluido del mismo consenso, por ejemplo,
en el caso de subversión por parte de uno
de ellos, a causa de una concepción errónea
del vínculo nupcial, del principio de paridad,
o en el caso de rechazo de la unión dual
que caracteriza el vínculo matrimonial, en
relación con la posible coexistente exclusión
de la fidelidad y del uso de la cópula realizada
"humano modo".
"Con estas consideraciones ciertamente no quiero sugerir ningún automatismo
fácil entre carencia de fe e invalidez de
la unión matrimonial, sino más bien poner
de relieve cómo tal carencia puede, aunque
no necesariamente, dañar los bienes del matrimonio,
ya que la referencia al orden natural querido
por Dios es inherente al pacto conyugal."
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