EL SACERDOTE DEBE PERMANECER SIEMPRE CON
CRISTO
"...el presbítero está llamado a redescubrir
en la oración el rostro
siempre nuevo del
Señor y el contenido más
auténtico de su
misión. Solamente quien
tiene una relación
intima con el Señor es
aferrado por Él, puede
llevarlo a los demás, puede
ser enviado.
Se trata de un permanecer
con
él que debe acompañar
siempre el ejercicio
del ministerio sacerdotal".
SEGUIR A CRISTO ES APROPIARSE DEL PODER DE
LA CRUZ
"...para ser discípulos suyos es necesario
apropiarnos del poder de
su Cruz, cumbre de nuestros bienes y corona
de nuestra esperanza".
EL SACERDOTE DEBE PERMANECER
SIEMPRE CON
CRISTO
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"El sacerdocio se funda en el coraje
de decir sí a otra voluntad, con la conciencia
de que debe crecer cada día, de que precisamente
conformándose a la voluntad de Dios, "inmersos"
en esta voluntad, no sólo no se cancelará
nuestra originalidad, sino, al contrario,
entraremos cada vez más en la verdad de nuestro
ser y de nuestro ministerio".
- Benedicto XVI
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C. DEL VATICANO, JUN 2010 (VIS).
enedicto XVI celebró esta mañana la Santa
Misa en la basílica vaticana
durante la cual
ordenó presbíteros a catorce
diáconos de
la diócesis de Roma.
En la homilía, el Papa explicó que el presbítero "está
llamado a redescubrir en
la oración el rostro
siempre nuevo del Señor
y el contenido más
auténtico de su misión.
Solamente quien tiene
una relación intima con
el Señor es aferrado
por Él, puede llevarlo
a los demás, puede
ser enviado. Se trata de
un ""permanecer
con él" que debe acompañar
siempre el
ejercicio del ministerio
sacerdotal; debe
ser la parte central, también
y sobre todo
en los momentos difíciles,
cuando parece
que las "cosas que hay
que hacer"
deben tener la prioridad.
Donde estemos,
cualquier cosa que hagamos,
debemos "permanecer
siempre con Él".
El Santo Padre subrayó que "el sacerdocio
no puede jamás representar
un modo para alcanzar
seguridad en la vida o
para conquistar una
posición social. Quien
aspira al sacerdocio
para un aumento del propio
prestigio personal
o del propio poder no ha
entendido en su
raíz el sentido de este
ministerio. Quien
quiera ante todo realizar
una ambición propia,
alcanzar un éxito, será
siempre esclavo de
sí mismo y de la opinión
pública. Para ser
considerado deberá adular;
deberá decir aquello
que agrada a la gente;
deberá adaptarse al
cambio de las modas y de
las opiniones y,
así, se privará de la relación
vital con
la verdad, reduciéndose
a condenar mañana
lo que haya alabado hoy".
"Un hombre que plantee así su vida -continuó-, un sacerdote que vea en estos
términos su propio ministerio,
no ama realmente
a Dios y a los demás, sino
solo a si mismo
y, paradójicamente, termina
por perderse.
El sacerdocio -recordémoslo
siempre- se funda
en el coraje de decir sí
a otra voluntad,
con la conciencia de que
debe crecer cada
día, de que precisamente
conformándose a
la voluntad de Dios, "inmersos"
en esta voluntad, no solo
no se cancelará
nuestra originalidad, sino,
al contrario,
entraremos cada vez más
en la verdad de nuestro
ser y de nuestro ministerio".
Hablando de la celebración eucarística, Benedicto
XVI dijo que en esos
momentos "tenemos
en nuestras manos
el pan del Cielo, el pan
de Dios, que es Cristo,
grano partido para
multiplicarse y convertirse
en el verdadero
alimento para la
vida del mundo. Es algo
que no puede sino
llenar vuestro corazón
de íntimo estupor,
de viva alegría y de inmensa
gratitud: el amor
y el don de Cristo crucificado
y glorioso pasan
a través de vuestras manos,
vuestra voz y vuestro
corazón.
¡Es una experiencia siempre nueva de asombro ver que en mis manos, en mi voz,
el Señor realiza
este misterio de Su presencia!".
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El santo Cura de Ars
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El Papa pidió a Dios que otorgue a los nuevos
presbíteros "la gracia
de saber experimentar
en profundidad toda la
belleza y la fuerza
de este servicio presbiteral
y, al mismo
tiempo, la gracia de poder
vivir este ministerio
con coherencia y generosidad,
cada día".
"La gracia del presbiterado -continuó- (...) os unirá en lo más profundo
de vuestro corazón a los
sentimientos de
Jesús que ama hasta el
extremo, hasta el
don total de sí, a su ser
pan multiplicado
para el santo banquete
de la unidad y la
comunión".
El Santo Padre concluyó
refiriéndose a la
importancia de que "al
cuidado de la
celebración eucarística
se una siempre el
empeño por una vida eucarística,
es decir,
vivida en la obediencia
a una única gran
ley, la del amor que se
dona totalmente y
sirve con humildad, una
vida que la gracia
del Espíritu Santo hace
cada vez más semejante
a la de Jesucristo, Sumo
y eterno Sacerdote,
siervo de Dios y de los
hombres".
HML/ VIS 20100621 (630)
SEGUIR A CRISTO ES APROPIARSE DEL PODER DE
LA CRUZ
CIUDAD DEL VATICANO, JUN 2010 (VIS).
espués de la Santa Misa celebrada en la basílica
vaticana, durante
la cual ordenó a catorce
diáconos de la diócesis
de Roma, el Santo
Padre se asomó a
mediodía a la ventana de
su estudio para rezar
el Ángelus con los
fieles reunidos en
la Plaza de San Pedro.
"El sacramento del Orden -dijo el Papa- manifiesta, de parte de Dios,
su amorosa cercanía
a los seres humanos
y,
de parte de los que
lo reciben, la plena
disponibilidad a
convertirse en instrumento
de esta cercanía,
con un amor radical
a Cristo
y a la Iglesia".
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Directorio para el
ministerio y la vida
de los presbíteros
Juan Pablo II |
El pontífice comentó el Evangelio de hoy
cuando el Señor pregunta a sus discípulos:
"Vosotros, ¿quien decís que soy?"
y a esta interrogación Pedro responde con
prontitud: "El Cristo de Dios",
superando así todas las opiniones de los
que creían que Jesús era uno de los profetas".
"También a nosotros, que podemos conocer al Señor mediante la
fe en su palabra y sus
sacramentos, Jesús
nos propone seguirlo cada
día y nos recuerda
que para ser discípulos
suyos es necesario
apropiarnos del poder de
su Cruz, cumbre
de nuestros bienes y corona
de nuestra esperanza.
(...) Tomar la Cruz significa
comprometerse
para derrotar al pecado
que obstaculiza el
camino hacia Dios, acoger
diariamente la
voluntad del Señor, acrecentar
la fe sobre
todo frente a los problemas,
las dificultades
y los sufrimientos", afirmó
el Santo
Padre.
"En nuestra época
-concluyó Benedicto
XVI- son también muchos
los cristianos en
el mundo que, animados
por el amor de Dios,
toman cada día la cruz,
sea la de las pruebas
diarias que la de la barbarie
humana, que
a veces exige el valor
del sacrificio extremo.
¡Que el Señor nos conceda
a todos depositar
nuestra sólida esperanza
en Él, ciertos de
que siguiéndolo llevando
nuestra cruz, llegaremos
con Él a la luz de la Resurrección!".
ANG/ VIS 20100621 (330)
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