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La presencia germánica en Puerto Rico


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Karl R. Reichard

Foto: Karl W. Reichard,
tatarabuelo de la autora.


ESDE 1788, CUANDO SE PROMULGÓ LA LEY DE COMERCIO LIBRE, comienza una inmigración de peninsulares a Puerto Rico. Años más tarde, bajo la Real Cédula de Gracias de 1815, la Corona permitió la entrada de extranjeros al país, hijos de naciones amigas de España y que profesaran la fe católica. La metrópoli quería mejorar la precaria condición en que se encontraba la Isla y deseaba implantar una política económica más dinámica aumentando la población y por ende la economía. La inmigración de extranjeros provenientes, entre otros, de Alemania, Francia, Italia, Curazao, San Thomas e Inglaterra ayudó grandemente al progreso de la Isla.

¿Qué hizo venir a tantos extranjeros a la Isla? La Real Cédula de Gracias de 1815 ofrecía un sinnúmero de incentivos a los recién llegados para comenzar una nueva vida. Muchos de los inmigrantes ya tenían alguna relación con el país por haber establecido relaciones comerciales a través de las islas de San Thomas y Curazao. Otros, procedentes de Santo Domingo, Haití y Luisiana conocían del manejo, cultivo y producción del azúcar, melao y café. El profesor Francisco A. Scarano describe a los extranjeros:

Estos inmigrantes combinaban intereses mercantiles con sus
negocios azucareros o, más comúnmente durante los primeros
tiempos, actuando como consignatarios, factores o
intermediarios de los comerciantes poderosos de San Thomas,
Estados Unidos o Europa... Los negocios mercantiles constituían
una magnífica fuente de capitales de inversión agraria
.

Los alemanes, según la profesora Helen Santiago, pagaban tarifas sumamente altas al gobierno inglés por los productos del trópico como el café, azúcar y el tabaco. Con el establecimiento de líneas trasatlánticas de vapores los alemanes deciden comerciar directamente con la Isla y dejan de utilizar el puerto de San Thomas.

En el año 1766, el gobierno del rey Federico de Prusia solicitó del Rey Carlos III, el establecer en Sur América o particularmente en la Isla de Puerto Rico una colonia de seis mil alemanes. Años más tarde, en 1874, el periódico norteamericano The Freeman’s Journal publicaba la noticia que el gobierno español, presidido por el Duque de la Torre, proyectaba ceder la Isla a la Alemania del Gran Canciller Otto Von Bismarck, “por vía de compensación por los servicios que éste había suministrado para yugular la insurrección carlista" (Cruz Monclova).

En la Isla la noticia causó grandes revuelos aunque el proyecto quedó frustrado. En 1885, cuando el emperador alemán Guillermo I se apoderó de las Islas Carolinas, el pueblo puertorriqueño se puso en pie de alerta y condenó la acción germánica. El Boletín Mercantil en sus ediciones #105 y 120 leía:

En esta Isla podrá haber separatistas, podrá haber anexionistas
amigos del Norte, pero de seguro que no existe en ellas ni un solo
germanista. Si Prusia tratara de ponernos en la alternativa de perder
nuestra nacionalidad o nuestros hogares, todos los que podemos
manejar un fusil nos opondríamos, con las armas en mano, a la
prusificación de la tierra borinqueña
.

Señala la profesora Ursula Acosta que la inmigración germánica a Puerto Rico comienza desde fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX y proviene parcialmente “de la isla holandesa de Curazao y de las provincias de Austria que hoy pertenecen a Yugoslavia”. Ésta se efectuó mayormente en las poblaciones costeras de Fajardo, Arroyo, Ponce, Cabo Rojo, Mayagüez y Aguadilla. Pronto aparece en esas ciudades un auge económico debido a las compañías mercantiles que se iban estableciendo en sus cercanías.

Pero no todos los inmigrantes alemanes eran propietarios de almacenes comerciales. Muchos eran intérpretes, agricultores, agentes consulares, profesores, dependientes, empleados de comercio, contables, ebanistas, carpinteros y desempeñaban otros oficios más. Añade la profesora Ursula Acosta:

No son pobres emigrantes que salen de Europa en busca
de una mejor vida en América. Al contrario, al parecer
muchos de ellos eran hijos de comerciantes alemanes del
norte del país (Hamburgo, Bremen, Lübeck) que representaban
en el Caribe los negocios de sus familias... la preparación de
estos inmigrantes estaba muy por encima de la preparación
del pueblo
.

Tal es el caso de la familia Overmann en Puerto Rico. Se asegura que el señor Ferdinand Overmann, natural de Hamburgo, desde 1815 mantenía relaciones comerciales con la isla de San Thomas. Luego se domicilia en la Isla trayendo consigo 20,000 pesos y esclavos de su propiedad. Compra la hacienda La Constancia y se asocia con el alemán Wilhelm (Guillermo) Voigt. Años más tarde, ya rico, se retira a Francia. Es seguido por Ernest W. Overmann quien forma un establecimiento comercial en la ciudad de Ponce en sociedad con Flavius Dede. Ernest es seguido por otro miembro de esta familia, llamado Christian Frederick Overmann quien llega a la Isla acompañado de su esposa Henrietta Lind. La pareja adquiere una hacienda de 800 cuerdas en Guayama, la que llaman Henrietta. Al morir Overmann, su viuda y herederos venden a Christian E. Lind, hermano de Henrietta, quien aumenta el capital con la adquisición de la hacienda La Concordia y establece una casa comercial. Para 1850, Lind tiene que hipotecar sus propiedades, una parte a nombre de George Boom, de Lübeck, Alemania, y otra parte, sus fincas, a favor de Aldecoa Hermanos.

Encontramos que muchos de estos alemanes se unen en el trabajo, en un espíritu de solidaridad. Así lo demuestran firmas comerciales como Fritze & Lundt, Sanders & Philippi, Hermanos Müllenhoff & Korber, A. H. Bull & Co. y muchas otras. Además, los contables, tenedores de libros y técnicos de estos comercios eran en su mayoría germánicos. Otros no sólo adelantaban sus capitales uniéndose en matrimonios a hijas de hacendados o comerciantes de raíces españolas, sino que formaban sociedades con ellos. También las sociedades entre europeos eran frecuentes. En el puerto de Arroyo se estableció la mercantil Hartmann & McCormick. La factoría central Providencia en Patillas era propiedad de la Sucesión A.J. Alcaide, McCormick, Verges y Riefkohl.

¿Cómo adquirirían parte de las riquezas las casas o establecimientos de comercio en el siglo XIX? Aunque el agricultor era dueño de sus tierras no tenía dinero en efectivo. Por esa razón tenía que coger a crédito los víveres y hacer otros gastos en espera de que la cosecha o zafra le produjera para pagar la deuda. Según ésta crecía, se veían en la obligación de vender sus cuerditas, ganado y hasta esclavos. En muchas ocasiones perdieron parte o todo a comerciantes.

Un ejemplo es el caso del agricultor italiano Domingo Morando, domiciliado en Ponce para 1821, quien tiene que vender a la casa comercial Overmann y Voigt una finca de 27 cuerdas para saldar una cuenta con el señor Gillo de San Thomas. En 1821 la casa comercial Overmann adquiere un esclavo de propiedad de Ángel Sierra, al éste no poder pagar una letra de 400 pesos, ni los prestatarios aceptar 200 pesos de pronto, para luego que pasara la cosecha pagarles el resto de la deuda.

Mientras el puerto de San Juan se convirtió en el gran puerto de importación, los puertos de Arecibo, Cabo Rojo, Arroyo, Mayagüez, Aguadilla y sobre todo el de Ponce se convirtieron en los principales puertos de exportación. El profesor Francisco Scarano revela que para 1827 de las ocho haciendas más grandes de la ciudad de Ponce, tres pertenecían a germánicos. Menciona los apellidos Overmann, Voigt, Wedstein y Oppenheimer.

Federico DegetauNuestro primer Comisionado Residente en Washington (1900-1904) y Diputado a Cortes en 1898 Federico Degetau y González fue también de origen alemán. Su padre Mathias Degetau, hijo de una familia acaudalada de Hamburgo se estableció en Ponce donde dirigió los negocios bancarios de la Casa Overman y Dede, de la cual su padre Otto Georg Christian Degetau era socio. En 1851 casó con María Consolación González, hija de una distinguida familia de San Juan. Su hijo Federico viajó mucho por Europa e hizo sus estudios de jurisprudencia con honores en España. Fue incorporado a la Academia de Jurisprudencia y Legislación era miembro de la Societé Francaise pour l’Arbitrage entre Nations de la Liga Internacional para la abolición de la pena de muerte.

Alrededor de 1860 se establece en la Ciudad Señorial, el comerciante Georg Friedrich Wiechers, natural de Hamburgo. En 1865 Wiechers es nombrado Consul de Prusia. Con su esposa, Isabel Pieretti Marsaud, de origen corso, procrea cinco hijos. El más joven de ellos, Alfredo Braulio Wiechers, nacido en 1881 en Ponce cursa estudios de arquitectura en Francia y España y al regresar Ponce se destaca por sus bellas obras de arquitecturas que hoy en día embellecen el centro de Ponce.

En 1890 llegaron los hermanos Hermann y Johann Albert Wirsching Pottharst, originarios de Bremen, a la Perla del Sur. Hermann Wirshing se casa con la hija de don Juan E. Serrallés, Julia, a quien conoció en Nueva York. Siendo un prestigioso ingeniero mecánico comienza a trabajar en la Central Merceditas y siendo un hombre laborioso y de iniciativas introduce diversas reformas en dicho negocio. Una de sus nietas, doña Lila Mayoral Wirshing fue Primera Dama de Puerto Rico durante los tres cuatrienios que su esposo, el Lic. Rafael Hernández Colón fue Gobernador de Puerto Rico. JohannAlbert o John Wirshing Pottharst (mejor conocido como Johnny el Alemán) se mudó a San juan donde se casó con Victoria Lagalde Steinacher. El fundó su propio negocio de ferretería. Su único nieto, Hernán José Wirshing es en la actualidad el Chief US Marshall de Puerto Rico.

Es curioso que mientras los alemanes que se establecen en Ponce se dedican a la agricultura, banca y el comercio, los que residen en la zona de San Germán, según datos suministrados en el Catálogo de Extranjeros, de la profesora Cifre de Loubriel, son trabajadores diestros, que tienen algún oficio. Entre otros están Juan Carres y Wilhelm (Guillermo) Franke (carpinteros), Franz Nitsche (zapatero), Otto Schimk (maquinista). No encontramos evidencia de grandes comerciantes ni agricultores germánicos en la ciudad de las Lomas. Lo atribuimos a que aquí residía la elite criolla, siendo ésta una sociedad cerrada donde ciertas familias controlaban las tierras y el comercio. No obstante para 1939 se domicilia en esta ciudad el doctor Fritz Fromm. Trabaja como profesor en el Instituto Politécnico, lo acompaña su esposa Ilse Auguste Elisa Pflaum.

Los inmigrantes germánicos de la zona sureste tienden a dedicarse a la agricultura. Otto Riefkohl Baetcke, oriundo de Langedorf, Alemania emigró originalmente a San Thomas dónde trabajó con una compañía de nombre Schimelinski & Sons. En 1840 se trasladó a Puerto Rico. Entró por el puerto de Arroyo dónde se estableció como agricultor y fue agente consular de Alemania en dicho puerto. Otto casó dos veces. En primeras nupcias con la suiza Marie Louise Sandoz, quienes ella y sus cuatro hermanas murieron ahogadas en Humacao, dejando a un hijo Luis. Su segunda esposa lo fue Louise Mourier con quien tuvo dos varones y seis hijas. De los varones sobrevivió Ernst Wilhem (Guillermo), comerciante y condueño de la Central La Providencia en Patillas. Según el Sr. Ernesto Riefkohl, quien nos ha suministrado esta información, Luis y Guillermo tuvieron veinte y cinco hijos y de ahí vienen todos los que llevan este apellido en Puerto Rico. Entre los miembros distinguidos de esta familia se encuentran Federico Luis y Rudolph riefkohl quienes hicienron carrera militar. Federico fue el primer puertorriqueño en graduarse de una academia militar, Anápolis, y el primer Almirante oriundo de Puerto Rico. Rudolph se graduó de MIT de ingeniero y tambien llegó al grado de General.

Karl (Carlos) Piterson, súbdito alemán, se establece como agricultor en Arroyo. En el pueblo de Santa Isabel se domicilia el agricultor Georg (Jorge) Lassen. También se dedicó al comercio en Arroyo el señor Hartmann . La profesora Ursula Acosta a través de su instructivo ensayo sobre la inmigración germánica en Cabo Rojo nos señala la procedencia de algunos de los inmigrantes. Entre ellos se encuentran la acaudalada propietaria Cornelia Bey; el padre del pirata Cofresí, Francisco von Kupferschein y un tal Wilhelm Spieker. Apunta la profesora Acosta:

el nivel educativo de estos inmigrantes debe haber sido
relativamente alto... Muchos miembros de estas familias
se conviertan en acomodados hacendados, otros en
exitosos comerciantes
...

En la zona portuaria de Mayagüez, por ser ésta la tercera en importancia para la exportación se domicilió el mayor número de alemanes. Entre las casas comerciales de esa localidad se encuentra Kramer &Cía. En ella trabajaba el alemán Heirich Karl Fritze, quien en julio de 1898 durante la Guerra Hispanoamericana era Consul de Alemania, y en unión a los cónsules de Inglaterra y Holanda intervinieron en la salida de las tropas españolas de Ponce hacia Aibonito y la entrada pacífica de las tropas norteamericanas a la ciudad de Ponce. Esta acción diplomática evitó un derramamiento de sangre de mayores consecuencias.

Otros reconocidos comerciantes fueron los Schulze de Bremen. Este señor invitó a su amigo Friedrich Phillipi, también de Bremen, de venir a Mayagüez como socio de sus empresas que desde Oficina de Sanders y Phillipientonces se llamó Schulze & Co. Friedrich Phillipi aparte de manejar su negocio era banquero y Vice Consul de Alemania. El negocio le fue tan bien que hizo venir primero a su hermano menor Hermann. Pero este murió a pocos años de llegar a la Isla. En 1889 Fritz, Vicecónsul de Alemania animó a su sobrino Otto Karl Philippi a que se viniera a Puerto Rico a trabajar con él . En 1891 Otto Philippi contrajo matrimonio con Paula Bages Quiñones y procrearon cinco hijos. Al poco tiempo la Firma Fritz & Schulze quebró debido a los temporales. En 1898 el Sr. Philippi fundó con George Sanders la compañía Sanders Philippi & Co. en Aguadilla (ver foto a la derecha). Años más tarde el Sr. Philippi se dedicó a la extracción de guano de la isla de la Mona y su exportación a Europa para fines de fertilizantes.

También comerciantes alemanes en la zona Oeste fueron: el comisionista T. Schröder, la casa mercantil Fritze, Lundt & Cía., los comerciantes Eduard (Eduardo) Lameyer, Leopold Krug Vice Consul de la Confederación de la Alemania del Norte desde 1869; E. A. Hohl, C. G. Hoffzenlinger del Consulado de Hamburg y Bremen en Mayagüez; Maximino Heise y Karl (Carlos) Degener. También se estableció en la Sultana del Oeste el empresario Jacobo de Castro, hijo de padre alemán y madre antillana. Este joven fue uno de los comerciantes más prósperos de la zona siendo dueño de haciendas y terrenos en la capital y en Mayagüez. Por ser mulato, jabao, nunca pudo frecuentar en el Casino Español ni ser miembro del ayuntamiento, aún cuando tenía riqueza, educación y magníficos modales. Podemos encontrar información adicional sobre este comerciante en los escritos del profesor Ricardo Camuñas.
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