Cuarenta años de cine puertorriqueño
Por Marisel Flores Carrión
Archivo General de Puerto
Rico
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Marisel Flores Carrión
Archivista del Archivo
de Imágenes en Movimiento,
Archivo General de
Puerto Rico
Entre las primeras
películas puertorriqueñas:
Un Drama en Puerto
Rico, en 1917; Amor
Tropical,
en 1919 y Romance
Tropical, en 1934
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N EL AÑO 1898 los barcos de guerra de la marina de los
Estados Unidos trajeron
soldados, artillería
pesada y una cámara de
cine. Esta sería nuestra
primera experiencia con
el medio.
Aunque estas imágenes levantan
una polémica
en cuanto a su veracidad,
el hecho es que
las mismas se ajustan al
acontecimiento histórico
de la invasión norteamericana
a Puerto Rico
el 25 de julio de 1898
por la bahía de Guánica.
Recientemente se cumplieron
100 años de la
intervención norteamericana
en Puerto Rico.
Veremos a través de esta
muestra cómo Puerto
Rico logra perpetuar transformaciones
sociales,
políticas y culturales
en un lenguaje cinematográfico
nacional.
LOS PRIMEROS AÑOS 1912-1945:
Hacia el 1912, Rafael Colorado D'Assoy realizó
la primera película de
argumentos hecha en
la Isla titulada Un Drama en Puerto Rico. También para estas fechas Juan E. Viguié
Cajas comenzó a filmar
escenas de su Ponce
natal. La producción fílmica
en Puerto Rico
siempre ha estado ligada
a acontecimientos
políticos e históricos.
Lamentablemente no
existen copias de esta
primera fase del cine
puertorriqueño. Poco sabemos
de este período.
De ellas sólo nos quedan
testimonies, relatos
y artículos de prensa que
hoy son una leyenda
perdida en los tiempos.
A principio de 1917 se
fundó la Tropical Film Company cuyo trabajo comienzó a demostrar un cine
con temática costumbrista
y aspectos de nuestra
idiosincrasia de pueblo.
La dificultad para
obtener película virgen
por causa de la entrada
de Estados Unidos a la
Primera Guerra Mundial,
forzó el cierre de la compañía
Tropical.
En 1919 se funda la Porto Rico Photoplays quienes lograron realizar la película Amor Tropical. El poco flujo de materiales fotográficos
y la falta de técnicos
locales llevaron al
fracaso de la Photoplays.
En el 1934, luego de ver Santa, película mexicana que fue la primera hablada
en Castellano, Juan E.
Viguié Cajas produce,
dirige y fotografía Romance Tropical, que a su vez se convierte en la primera
película sonora filmada
en Puerto Rico. Por
problemas de índole económico
la película
quedó en manos de su distribuidor
y hoy se
desconoce su paradero.
SEGUNDA ETAPA 1949-1960:
En el 1946 la Comisión de Parques y Recreos Públicos de
Puerto Rico, estableció una división para realizar películas
con propósito educativo
y un programa de
información sobre la obra
de gobierno. Para
esta fecha Puerto Rico
cuenta con un gobernador
puertorriqueño: Jesús T. Piñero. Durante la breve duración de esta división
se produjeron cinco cortos
metrajes cuya
función fue informativa.
El 14 de mayo de 1949,
con la Ley número
372, se crea la División de Educación de la Comunidad. Esto fue bajo el auspicio económico y la
tutela ideológica del gobierno
de Puerto
Rico, durante el periodo
de gobernación de
Luis Muñoz Marín. La producción
cinematográfica
de la División de Educación
de la Comunidad
constituye una expresión
cuyo valor social
y artístico fue internacionalmente
reconocido
al momento de su producción.
Se indica en el preámbulo de dicha ley, que
El Propósito de la educación en comunidad
es comunicar enseñanza
básica sobre la naturaleza
del hombre, su historia,
su vida, su forma
de trabajar y gobernarse
en el mundo y en
Puerto Rico. Esta enseñanza,
dirigida a los
ciudadanos reunidos en
grupos en comunidades
rurales y urbana, se comunicará
a través
de películas, radio, libros,
folletos, cartelones
y discusiones de grupo.
Su objeto es proveer
a la buena mano de nuestra
cultura popular
con la herramienta de una
educación básica.
En la practica esto significa
darle a la
comunidad el deseo, la
tendencia y la manera
de usar sus propias aptitudes
para resolver
muchos de los problemas
de salud, educación,
cooperación, vida social,
por la acción de
la comunidad misma.
La organización del proyecto incluía un programa
dirigido a estimular valores
de ayuda mutua
y esfuerzo propio en las
comunidades.
De este nuevo esfuerzo cinematográfico se
logró una continuidad ininterrumpida
en la
producción fílmica. La
aportación de la División de Educación de la Comunidad a la filmografía puertorriqueña es importantísima
tanto por su número como
por su valor artístico
y educativo. Reunió los
más talentosos artistas
puertorriqueños de entonces.
Escritores,
guionistas, cineastas y
artistas gráficos
elaboraron una producción
única de películas
dramáticas de valor social.
Se filmaron un
total de 117 metrajes,
entre películas y
documentales. Las temáticas,
de estas películas
eran variadas, dirigida
a la educación de
las comunidades a partir
de las experiencias
mismas de la comunidad,
se utilizaron personajes
naturales reforzaron el
estilo realista y
puertorriqueño.
La primera película dirigida por Amilcar Tirado,
Una Voz en la Montaña, recibió en 1952 diploma de mérito en el
festival de Edimburgo.
Modesta (1956), dirigida por Benjamín Doniger y
fotografiada por Luis A.
Maisonet, ganó el
primer premio en su categoría
en el Festival
de cine de Venecia en 1956
y diploma de mérito
en el Festival de Edimburgo.
El éxito de la División,
el desarrollo de
Viguié Films Production, establecida en 1951, y la inauguración
de la televisión en 1954
estimularon el surgimiento
de nuevos grupos de cineastas
puertorriqueños
quienes intentaron establecer
una industria
de largo metraje en la
segunda mitad de la
década del 50.
La compañía Probo Films comienza su producción de películas con
la realización del éxito
comercial Maruja. Esta fue adquirida para su distribución
por la Columbia Pictures, lo que inicia una larga asociación del
cine puertorriqueño con
esta compañía de
Hollywood. Después de este
éxito, la Probo Films hizo un segundo proyecto: El Otro Camino, que tuvo poca difusión. Más adelante realizaron
su tercera y última película
en coproducción
con España: Palmer Ha Muerto. Esta película ha sido vista por poco público
en Puerto Rico sin embargo,
tuvo cierto éxito
en España.
El éxito de Maruja, la existencia de cierta infraestructura
industrial (equipo técnico
capaces, actores
conocidos y el laboratorio
de la Viguié Films Productions) y el financiamiento en forma de adelantos
para la producción, suministrados
por la
División Hispana de la
Columbia Pictures,
dieron impulso a una serie
de películas que
convirtieron a la década
de los cincuenta
en el período más productivo
de nuestra historia
cinematográfica.
1960-1980:
Es a mediados de la década de los 60 que comienza
la gran tragedia del cine
nacional. Nuestros
productores se embarcaron en las coproducciones
de películas con diversos
países. Esto trajo
como consecuencia un atraso
en el desarrollo
de nuestro cine con temática
nacional. En
las primeras coproducciones
se utilizó personal
técnico y elenco artístico
compuesto mayormente
por extranjeros.
La influencia del estilo
mexicano en el tipo
de películas que se hizo
en Puerto Rico durante
este periodo fue grande
y finalmente, debido
a la repetición de fórmulas
y a la propia
caída del cine mexicano,
entre otras causas,
se dio el colapso de la
producción fílmica.
A finales de los años 60 y comienzos de los
70 se produjo una serie
de películas basadas
en la vida de notorios
criminales y delincuentes
puertorriqueños. La década
de los setenta
trajo un estancamiento
en la producción de
largos metrajes. El público
no las favoreció
probablemente por su baja
calidad. México,
el socio principal, también
estaba en desgracia
porque había perdido su
apogeo en Latinoamérica
y el mercado hispano de
Estados Unidos.
1980 AL PRESENTE:
La década de los ochenta surge con una nueva
esperanza para el cine
nacional. En 1980
se estrena Dios los Cría, del actor, escritor y ahora realizador
Jacobo Morales. La labor de Morales reenfoca el cine puertorriqueño
al volver su mirada hacia
lo nuestro: temas,
historias, personajes,
idiosincrasia para
proponer una definición
original arraigada
en elementos nacionales
de esta forma de
arte. En 1989 estrena Lo que le Pasó a Santiago logrando la primera nominación de una película
puertorriqueña al Oscar
como mejor película
extranjera.
En 1986 se estrena la primera
producción
fílmica de Zaga Films,
La Gran Fiesta, dirigida por Marcos Zurinaga y producida por Roberto Gándara. La misma
gira alrededor de un tema
estrechamente ligado
a la realidad puertorriqueña.
En el 1942
el Casino de Puerto Rico,
centro de reunión
de la "elite" puertorriqueña,
celebró
su última actividad antes
de pasar a manos
de las milicias estadounidenses
en la Isla.
Otro realizador importante de esta nueva etapa
del cine puertorriqueño
lo es sin lugar a
duda Luis Molina Casanova.
Nuevamente el
cine es utilizado por este
magistral cineasta
con propósito educativo
y con temática costumbrista.
Su aportación enaltece
nuestra cultura. En
1993 Luis Molina estrena
La Guagua Aérea resultando ser la película puertorriqueña
más taquillera de todos
los tiempos, la cual
aparece registrada en el
Libro de marcas
mundiales Guiness por estrenarse
en un vuelo
entre Puerto Rico y en
la ciudad de Nueva
York.
También contamos con la
representación de
productores puertorriqueños
en los Estados
Unidos. La Batalla de Vieques, de la cineasta puertorriqueña Zydnia Nazario,
demuestra el compromiso
de promover nuestra
cultura y utilizar el medio
como un texto
para divulgar nuestra problemática
social
y política. Frank Borres
también enfoca la
vida de los puertorriqueños
en el Barrio,
(Nueva York).
A todos ellos, quienes hicieron y hacen posible
demostrar que somos un
pueblo con características
definidas y logran realizar
sus trabajos
con poco apoyo, va dedicada
esta muestra.
Esto es historia, información,
una realidad
que no podemos desconocer
ni tratar de ignorar,
al contrario, nos sirve
para comprender nuestro
presente y poder escudriñar
y asegurar nuestro
futuro.
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