Artículo publicado en el
1898, en la Revista
de Cayo Hueso
¿uién no se descubre reverente á la evocación de este nombre ilustre, que
si se borra del registro
enaltecedor de los
vivos, es para brillar
fulgente en los cielos
de la inmortalidad?
¡Betances! ¿Quién no recuerda
su apostolado
redentor por más de cuarenta
años; su vida
de abnegación y sacrificios
por dar personalidad
jurídica a los sojuzgados
por la dominación
metropolítica; su acción
constante reparadora
de toda iniquidad, y sus
virtudes, privadas
y públicas, que subyugaban
á sus propios
enemigos, que eran los
de su patria?
En el cuadro radioso de los grandes redentores, aparecerá Betances como la representación
más pura de la constancia,
del desinterés
y de la abnegación. No
tiene Puerto Rico--la
patria de su idolatría--figura
tan austera,
tan indomable, tan batalladora,
cual la de
ese apóstol evangélico
que en todo tiempo
se presenta como víctima
propiciatoria á
la furia de España; que
encarna en sí todos
los anhelos de patria independiente;
que
es idea y acción en los
tiempos sombríos
de la colonia mártir, y
cuando escapa á las
torturas de las prisiones
ó a la muerte infamante
que le preparaban los esbirros
españoles,
levanta en Paris cátedra
de dignidad patriótica
y cesa de fulminar los
rayos de su indignación
contra los déspotas y sus
secuaces.
Loco, irreflexivo, imprudente,
se le llamó
cuando empezó á poner luz
en la conciencia
popular; cuando---Prometeo
atado á la roca
de la impotencia---emprendió
la obra emprendió
la obra gigante de limar
los gruesos eslabones
de la cadena maldita remachada
en los grillos
del esclavo negro, y sujeta
como dogal al
cuello del colono blanco.
Pero bien pronto
su voz indignada se hizo
oir; formó legiones
de patriotas dignos que
supieron sacar triunfante
á Segundo Ruiz Belvis otro
inmortal puertorriqueño
para pedir en la Junta
informativa de 1867,
con una entereza, que fué
un reto al esclavismo,
"la abolición inmediata
de la esclavitud,
con o sin indemnización."
Logró generalizar la idea de independencia en Puerto Rico por medio de sociedades secretas,
y el estallido de Lares,
que hubiera sido
revolución formidable,
quizás invencible,
si no aborta por la imprudencia
de un afiliado,
dejó sentada la primera
protesta efectiva
hecha por la colonia contra
la metrópoli.
Cuba, la heróica Cuba,
lo tuvo á su lado
con todo su prestigio intelectual
y toda
su ayuda maternal en la
guerra de los diez
años, y en la presente
todos sabemos los
grandes servicios prestados
por Betances
como Delegado de la República
Cubana en París,
y como informante privilegiado
de aquella
prensa periódica, para
desvirtuar la campaña
de difamación emprendida
por España y por
los prestamistas franceses
contra la revolución
que arruinaba á la una
y á los otros.
Se puede decir que en estos
últimos treinta
años de 1868 á la fecha--no
ha habido un
acto de dignidad colectiva
por la independencia;
no ha habido una sola tentativa
revolucionaria,
por descabellada que haya
sido, para Cuba
ó Puerto Rico, á que Betances
no le haya
dado asentimiento. Era
ya como la consagración
del ideal independiente;
y su autoridad y
sus consejos eran por todos
reconocidos.
En 1892 se funda en New York el club "Borinquen", que venía á traer el contingente puertorriqueño
de la emigración al seno
del Partido Revolucionatio.
Betances fué nombrado Presidente
de honor,
y al dirigirse al que estas
líneas traza,
que era el Presidente efectivo,
aceptando,
reconocido el nombramiento,
reafirma de este
modo su fé revolucionaria
y el entrañable
amor que siente por la
tierra natal:
Profundamente conmovido ante tan espontánea
prueba de
consideración de
parte de los que, por estar
libres en el
extranjero y obrar
en la plenitud de sus
derechos de patriotas,
son los verdaderos
representantes del pueblo
borinqueño,
no sé manifestarles
mi gratitud sino felicitándoles
por haber
rendido á nuestro
país el culto que merece,
al recordar
constantemente, con
su nombre sagrado, dado
al club,
lo que cada uno de
nosotros le debe, y asociándome
de
corazón á la obra
que tan valerosamente emprenden
ustedes.
Y yo que he sido,
soy y moriré separatista,
oiré siempre
con júbilo el grito
que lanzaron mis compañeros,
que los ha
de guiar á ustedes
por el camino del triunfo
y que repito hoy
con todos ustedes,
después de veinticinco
años de destierro.
¡Viva la revolución!
¡Viva Borinquen libre
independiente! |
Y en carta particular, añadía:
Se me llenan el corazón de amargura y los
ojos de
lágrimas al acordarme
de mi patria esclava.
Por
consiguiente, lo
que yo pueda ahora y siempre
es
por ella y para ella;
y soy el amigo de todos
los que, como ustedes,
trabajen por su felicidad,
de un todo imposible
sin su independencia |
Se comprende que el que culto tan ferviente
rendía á su infortunada
patria, y tan alto
había sabido colocar su
nombre en el extranjero,
fuese reverenciado por
sus compatriotas,
al punto de que en él sólo
se cifraban las
esperanzas de los que querían
transformar
la colonia esclava en nación
libre. Y cae
el batallador famoso, el
filántropo decidido,
el propagandista inflexible,
el médico reputado
como compensación á sus
dolores y contrariedades
cuando ya vislumbraba,
desde París los rayos
benéficos de la redención
de Cuba y Puerto
Rico.
Fué el 18 de septiembre último que se rindió
tranquilo, bajo el peso de su corona de gloria, mejor
que á la presión de la
enfermedad tenaz que
lo minaba, el campeón sin
segundo de las
libertades antillanas.
Hoy no tenemos tiempo ni valor para escribir
sus rasgos biográficos,
tan nobles como emuladores.
Su vida política tan útil
y meritoria, tan
copiosa en actos transcendentales
y de reparadora
justicia, es más propia
de las páginas del
libro, que de las columnas
de los periódicos.
Ya vendrá tiempo en que
surja la figura de
Betances en toda su radiosa
magnitud.
* Sotero Figueroa - Revista de Cayo Hueso,
25 de septiembre de 1898,
p. 6-7
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