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Lares
Situación económica y política en la década
del 1860
23 de septiembre de 1868 cientos de puertorriqueños de diferentes
estratos sociales se levantaron
en armas
en la población de Lares
contra el régimen
español para iniciar una
revolución nacional
y proclamar una república
democrática en
Puerto Rico.
La década del 1860 presenció la ebullición
de sucesos políticos, sociales
y económicos
que desencadenaron en una
búsqueda clandestina
y armada ante el dilema
colonial, en un sector
de la población. Intolerante,
racista y cruel,
la tiranía española de
casi cuatro siglos
en la Isla perseguía, encarcelaba
y desterraba
a los hijos de esta tierra
que abrigaban
ideales separatistas, abolicionistas
y liberales.
El desprecio del gobierno español por la fusión
de razas que moldeaba al
criollo puertorriqueño,
la suspensión de la Junta
Informativa de
1866 que discutía la abolición
de la esclavitud
para Cuba y Puerto Rico,
se sumaron a la
frustración por la incapacidad
de España
para satisfacer las necesidades
más básicas
de la población.
La crisis fiscal del gobierno se había recrudecido
con la caída de los precios
del azúcar en
el mercado mundial, mientras
el reinicio
del comercio del algodón
en los estados sureños
de los Estados Unidos afectaba
la demanda
por el algodón isleño.
Para colmo, en octubre
del 1867, el huracán San
Narciso arrasó con
las cosechas. Una serie
de terremotos sembró
el pánico entre la población,
e interrumpió
las actividades cotidianas
comerciales y
administrativas. Varias
casas comerciales
se fueron a la quiebra.
El malestar político se hizo más patente
cuando el Gobierno decidió
anticipar el cobro
de las contribuciones y
apremiar el pago
de aquellas en atraso,
confiscando propiedades
a los que no pagaban.
Betances y la alternativa subversiva
Ante este dilema colonial, algunos sectores
capitaneados por peninsulares optaron por
el incondicionalismo y asimilismo con España.
Otros, esperanzados en el movimiento liberal
europeo de la época, escogieron las vías
del pacto y el autonomismo. No así un tercer
sector, encabezado por el doctor en medicina
Ramón Emeterio Betances Alacán, [ver foto ampliada] de Cabo Rojo, y el hacendado Segundo Ruiz
Belvis, de Hormigueros, entre otros. Estos
decidieron por la solución separatista y
subversiva que habían tomado ya los hermanos
antillanos, centro y suramericanos contra
la hegemonía española en el Nuevo Mundo. |
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Segundo Ruiz Belvis [ilustración a la derecha] y Betances, residiendo
en Mayagüez, habían abandonado para entonces
el país perseguidos por las autoridades españolas.
Ambos buscaron de inmediato el apoyo latinoamericano
para propiciar la revolución en Puerto Rico.
Ruiz Belvis, aunque en mal estado de salud,
partió para Chile. Falleció súbitamente en
Valparaíso, lo que entristeció grandemente
a Betances y a la comunidad separatista en
y fuera de la Isla. Fue entonces que, desde
Saint Thomas, Betances emitió la Proclama
de los 10 mandamientos de los hombres libres, la cual fue distribuida
clandestinamente en la Isla. |
Betances buscó recursos en Nueva York, en
Saint Thomas y entre los
dominicanos que
finalizaban su guerra de
independencia venciendo
a España. En Quisqueya
intentaba obtener
el apoyo del presidente
Buenaventura Báez,
mediante las gestiones
de su amigo el general
Gregorio Luperón, héroe
de la guerra restauradora
dominicana. Desde el exilio,
y en proclama
fechada el 16 de julio
de 1867, firmada por
el Comité Revolucionario,
expresaba:
Debemos conspirar, porque de los cinco millones
de pesos
que el país paga
anualmente de contribución,
más de la
mitad se encamina
a España, para no
volver,
bajo el nombre
de sobrantes o de
ahorros de empleados,
y
la otra mitad se
malgasta en una fuerza
voraz, en una administración
de justicia
inmoral, en unas
obras públicas ya
pronto
hechas como
deshechas...
Debemos conspirar,
porque en cambio
de estos
males ciertos
y de los vejámenes
que diariamente se
sufren,
y de las trabas
que por doquier nos
cercan, y de la inmoralidad
que va
sembrando a su paso
la esclavitud, el
orden
material no gana...
en proporción de
los esfuerzos, sino
antes
bien se estanca o
arrastra torpemente. |
En los salones de música algunos osaban cantar
el himno borincano con
el ardor subversivo
de la letra patriótica
de la sargenmeña Lola Rodríguez de Tió [foto a la derecha]:
¡Despierta borinqueño,
que han dado la señal!
¡Despierta de ese sueño
que es hora de luchar...!
La literatura rebelde [ver en el próximo párrafo pasquín confiscado
a los revolucionarios. Original en la U.P.R.]
venía por años circulando clandestinamente
entre el pueblo, previendo la posibilidad
de un conflicto armado entre Puerto Rico
y España por las diversas razones nacionalistas,
económicas, sociales y políticas que hacía
necesaria la ruptura con España:
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Todo nos separa de España...
Más aún que la inmensidad
del océano...
Los honores en que
se ha bañado...
La raza primitiva
destruída; tras ella la
raza
africana sacrificada
y con ella el criollo
esclavizado, abatido,
despreciado,
le piden justicia
a los cielos piadosos...
La separación está
hecha.
A nosotros nuestra
Borinquen bella;
para ellos los desfiladeros
y la cumbres de Sierra
Morena.
¡Viva Puerto Rico
Libre!
¡Viva Cuba Independiente!
¡Viva el pueblo de
las Antillas!.
(continúa en la p. 2).
Pase a la p. 2, final
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