Francisco Oller y Cesteros
1833 - 1917
Por Luis R. Negrón Hernández
Vea sus lienzos.
(c) CopyRight - Prohibido copiar, reproducir
RANCISCO OLLER es el mayor exponente de la pintura puertorriqueña
del siglo XIX.
Nació en San Juan en 1833.
"Frasquito",
como lo llamaban sus padres,
demostró desde
muy pequeño su vocación
hacia la pintura
y amor hacia el arte. Pasaba
las horas esbozando
formas y colores sobre
el papel, por lo que
sus padres decidieron muy
acertadamente matricularlo
en el acreditado colegio
del profesor Juan
Cleto Noas, en San Juan.
Pronto sus profesores
advirtieron su gran habilidad
y sensibilidad
en las artes, al igual
que su dominio en
las otras asignaturas.
Probablemente pasó
a estudiar también con
los jesuitas, dominando
el idioma culto y universal
del francés a
temprana edad.
A los quince, aparece ya graduado y trabajando como Escribiente
en la Real Hacienda, ubicada
en el edificio
de la Intendencia en el
viejo San Juan. No
obstante, su pasión era
el dibujo y la pintura.
Por su gran talento se
le encomendó decorar
la iglesia de Río Grande,
donde produce sus
primeros cuadros: El Bautismo
de Jesucristo,
San José y el Niño Jesús,
Las Animas y La
Virgen de la Concepción.
Su anhelo de superación y la viabilidad económica
de sus padres, le llevaron
a París, la ciudad
luz y capital de las artes,
aún siendo adolescente.
A los 18 pasó a Madrid, matriculándose en la Academia
de Artes de San Fernando,
como discípulo
del gran pintor Federico
Madrazo y Kuntz,
famoso por sus cuadros
de temas históricos.
Durante su estadía de casi
dos años en la
península ibérica, aúpa
los consejos del
también pintor Emilio Sala,
autor de tipo
histórico y de género,
y de Castro Plasencia.
Se pasaba largas horas
frente a los cuadros
de Velázquez en el Museo
del Prado, su predilecto
por su realismo pictórico,
el cual plasma
la realidad sin ninguna
idealidad.
[Foto a la derecha: Oller
en París]
En el 1853, su madre María del Carmen Cesteros le notifica de que su padre don Cayetano
Oller está muy enfermo,
y decidió "Frasquito"
regresar junto al lecho
de su progenitor.
Tres años después falleció
don Cayetano,
y el joven pintor decidió
permanecer en Puerto
Rico otros dos.
Mas la Isla carecía de
la efervescencia artística
de las capitales europeas,
por lo que volvió
al París bohemio de jóvenes
artistas melenudos
que florecen en el Barrio Latino. Tenía entonces 25 años,
y era aquella la época
encantadora de Víctor
Hugo, Lamartine, Flaubert,
Verlaine, y Millet,
entre otros novelistas,
escritores, poetas
y pintores franceses. Monsieur
Tomás Couture
fue su maestro, a la vez
que Oller exponía
en las aceras parisienses
sus cuadros para
sufragar sus gastos y envolverse
en la vida
nocturna bohemia y romántica
de la ciudad.
Adoptó la nueva doctrina
del realismo en
la pintura bajo su fundador,
Gustavo Courbert.
[Vea L a escuela del maestro Cordero en un tamaño más grande]
Entre 1865 y 1868, Francisco Oller y Cesteros regresó y reside en la Isla.
Acepta una invitación del
gobernador Félix
María Messina para permanecer
en La Fortaleza,
donde pinta un muy aplaudido
retrato de la
primera dama española.
Contrae matrimonio
con Isabel Tinajero en
el 1867, y al siguiente
año la inmortaliza en el lienzo como Santa
Catalina. Estableció su
primera academia
de dibujo y pintura, y
publica un texto sobre
ese arte. Pinta Las Tinieblas
y Colón Encadenado.
Las noticias de una guerra
civil en los Estados
Unidos y las luchas abolicionistas
de boricuas
y europeos se discuten
sigilosamente en las
horas del café. Oller plasma
sus inquietudes
sociales en los cuadros
Un Boca abajo y La
Negra Mendiga, en los que
denuncia el maltrato
esclavista y satiriza la
Ley Moret. Los mismos
llegan al Salón de Otoño
en París.
[Vea la ilustración de
El estudiante en tamaño más grande]
Su fama sobrevoló nuestras playas. En el
1872, el rey Amadeo I de
España le otorgó
el título de Pintor de
la Real Cámara. Viaja
a Viena en representación
oficial del Gobierno
para la Exposición Mundial
del 1873. De allí
se trasladó a París, donde
se reune con sus
pasados colegas y recibe
elogios por su obra.
En el 1878, vuelve a Madrid donde la nobleza reclama su trabajo y posa
para sus retratos. El rey
Alfonso XII [ilustración
a la izquierda] considerado
el más respetado
y prestigioso de los borbones,
lo recibe
en audiencia el 5 de mayo
de 1882. Sus exposiciones
son muy concurridas, entre
ellas por las
infantas doña Isabel y
doña Eulalia, quienes
compran dos de sus obras,
La Chula y Cabeza
de Negro. Los diarios reseñan
y elogian sus
obras. Recibe la "Cruz
de Caballero
de Carlos III". Fue aquella
la época
de oro de nuestro consagrado
pintor boricua.
Once años de ausencia habían
transcurrido
fuera de su patria, a la
que volvió en el
1884. La Isla aún languidece
en las artes.
Pinta algunos bodegones
y retratos por encargo.
En el Ateneo Puertorriqueño da clases de pintura y dibujo. En el 1893
pinta El Velorio [foto
a la derecha], satirizando
con su técnica realista
las costumbres de
la época. El enorme lienzo
está actualmente
expuesto en el Museo del
Recinto Universitario
de Río Piedras. Oller lo
exhibe en el 1865
en La Habana y luego en
París donde acoge
el impresionismo de los
maestros Camilo Pissarro,
Pablo Cezanne y Eduardo
Manet.
[Haga clic sobre la pintura
a la derecha
de El Velorio
El impresionismo expresa la impresión que
nos produce un objeto más
que su realidad.
Varios de sus más de 800
lienzos engalanan
los museos y galerías de
París, Madrid, los
Estados Unidos y Latinoamérica,
además de
Puerto Rico.
Mas en el 1907 Oller vive pobre, casi olvidado, sobreviviendo de una pequeña
pensión gubernamental en
la Isla. Aquél que
le dio tanta gloria a su
país falleció a
los 84 años, en un hospital
municipal, el
17 de mayo de 1917. En
décadas recientes,
han sido redescubiertos
y adquiridos nuevos
cuadros que se creían perdidos
o se desconocían.
Recientemente, en un pueblo
de la Isla, un
barbero colocaba sus tijeras
y navajas sobre
un tapete que le pareció
a un cliente muy
singular; lo adquirió por
un par de pesos
y resultó uno de los bodegones
perdidos de
Oller, ahora valorado en
cientos de miles
de dólares.
[Ilustración: Oller, Autoretrato]
Aprecie varios de sus lienzos, comenzando con "el Bodegón", en cuya página encontrará enlaces
a otras obras de Oller.
Recordemos a los que enaltecieron con sus obras a nuestra patria, pasemos
la antorcha de la gesta
de nuestros boricuas
ilustres a las presentes
y nuevas generaciones.
|
|