Rafael Cordero Molina:
Maestro de próceres, Siervo de Dios
(ahora Venerable)
* (ver Oración al final
de esta página)
Rafael Cordero: Teacher of Great Men, Servant
Of God
Por Luis R. Negrón Hernández
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su partida
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La escuela del maestro Cordero
por Francisco Oller
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L MAESTRO RAFAEL CORDERO MOLINA nació en San Juan, el 24 de octubre de 1790.
No pudo ir a la escuela
con otros niños porque
entonces no se aceptaban
estudiantes de la
raza negra.
No empero su pobreza y los obstáculos
raciales de la época, sus
padres -el
artesano Lucas Cordero,
natural de la ciudad
capitalina de San Juan,
y la arecibeña Rita
Molina- constituyeron un
matrimonio educado,
amantes de la lectura,
del saber, pero sobretodo
profundamente cristiano.
Por ello, sembraron
en el intelecto y corazón
del pequeño
Rafael Cordero y de sus
hermanas Gregoria,
seguida de Celestina, un
gran deseo por conocer
más sobre lo que nos rodea
y, especialmente,
transmitir ese interés
a los demás
en un marco de virtudes
cristianas.
En poco tiempo, Rafael se convirtió
en un joven educado y diestro
para ejercer
como maestro de primera
enseñanza.
Antonio Cuesta Mendoza y Cayetano Coll y
Toste indican que Rafael
Cordero solicitó
permiso en 1848 para abrir
su primera escuelita
para niños negros y mulatos
en San Germán. No obstante, no se ha encontrado entre
los archivos locales el
acta del pedido original
que confirmen este dato.
Su hermana Celestina,
se cree, hizo más tarde
un tanto con
las niñas, ya que la instrucción
se impartía por separado
en la Isla,
al igual que en el resto
del mundo.
El abad Oscar Rivera, OSB -actual postulador
diocesano de la Causa
del Maestro Rafael-
aclara que dicho
episodio fue un pedido que
realmente no se materializó.
En 1848, el
gobernador capitán
general don Juan Prim
y Prats (1847-1848)
estableció el nefasto
Bando Negro contra
los negros esclavos o
libres en Puerto
Rico, tras la sublevación
armada de los esclavos
de la isla de Martinica.
Indica el abad Rivera,
que fué ante el Bando
Negro que el Maestro
Rafael probablemente
decidiera mudarse
a una ciudad más lejana
del perseguidor y
más liberal, como lo era
entonces la de San
Germán. |
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Gobernador don
Juan Prim y Prats |
Mas, el propio gobernante Prim, dice Sotero
Figueroa, visitó la escuela
del Maestro Rafael
en San Juan y quedó impresionado
con su proyecto
escolar, por lo que el
Siervo de Dios no
se sintió intimidado y
no se mudó finalmente
de la ciudad capital. Es
posible también
que el Maestro Rafael no
se viera presionado
a marcharse luego que la
Sala de Indias juzgara
como ilegal las medidas
de dicho Bando Negro,
el cual el mismo gobernador
Prim tuvo que
derogar por instrucciones
de la reina de
España.
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El maestro Cordero continuó la tarea de ofrecer
educación gratuita a los niños pobres, no
importara su raza o condición social, en
su hogar de la calle Luna. Para sostenerse
económicamente trabajaba arduamente también
como zapatero y haciendo cigarros.
Foto a la izquierda por Steve Shevlin: Casa
en la que residió en el siglo XIX el maestro
Rafael Cordero, ubicada en la calle Luna,
del viejo San Juan.
Comenzaba y finalizaba sus clases con el
canto mariano del "Salve Regina".
Era gran devoto de San Antonio de Padua; se le veía en oración constantemente, practicaba
el rezo diario del rosario. Los domingos
se engalanaba con su traje azul para participar
en la Misa dominical antes de la 6:00 de
la mañana en la iglesia San Francisco de Asís, vecina de su hogar sanjuanero. Se mantuvo
célibe toda su vida.
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El pintor venezolano Pedro Lovera -quien se
había establecido
en Mayagüez en 1861, e
hijo de Juan Lovera,
padre de la Independencia
venezolana- pintó
el retrato de Cordero,
del cual se inspiraría
luego nuestro Francisco
Oller. Estando en
vida el maestro, Oller
pintó y le dedicó
"La escuela del maestro
Cordero", inmortalizándolo
en el lienzo.
Rafael Cordero no
dejó nada escrito, solía
decir: "no escribo
nada en esta vida,
porque no quiero
recordar hoy el bien que
hice ayer. Mis deseos
son que la noche borre
las obras meritorias
que he podido hacer
durante el día". |
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Su fama y virtud trascendieron los círculos
de su vecindario pobre.
Familias pudientes
comenzaron a enviar a sus
hijos a la casa-escuela
de Cordero. Los párvulos
aprendían a leer
con gran prontitud y correctamente,
lo que
asombraba a muchos. A todos
les enseñaba
catequésis (doctrina cristiana),
lectura,
gramática, historia, caligrafía,
geografía
y aritmética.
Bajo su tutela, tuvo al luego abolicionista
y político José Julián
Acosta y Calbo; a Roman
Baldorioty de Castro,
que se convertiría también
en abolicionista
y lider autonomista; a
Manuel Elzaburu y
Vizcarrondo, quien fundaría
el Ateneo
Puertorriqueño y descolló
como
escritor, abogado y lider
en el Partido Liberal;
a Alejandro Tapia y Rivera,
considerado el
"patriarca de la literatura
puertorriqueña";
entre otros muchos que
supieron honrar a
Borinquen y a su maestro
negro, defendiendo
a todos los puertorriqueños,
en particular
a los más pequeños del
Reino de los cielos:
los pobres, los esclavos,
los perseguidos,
los oprimidos.
La Sociedad Económica de Amigos del
País lo premió con cien
pesos.
El maestro Cordero invirtió
el donativo
en sus estudiantes y repartió
limosnas
a los pordioseros de San
Juan. Ya anciano,
el gobierno le asignó una
pequeña
compensación de 15 pesos
mensuales.
En 1868, presintiendo el final de su vida terrena,
hizo llamar a sus discípulos,
los bendijo
y dijo: "el pobre anciano
que os infundía
amor a la instrucción no
le queda más un
soplo de vida". Sus últimas
palabras
fueron: ¡Dios mío, recíbeme en tu seno!". Falleció "como había
vivido, con la religión
en los labios y la
fe en el corazón", un 5
de julio de
1868, en su ciudad natal.
Uno de sus discípulos,
Lorenzo Puente Acosta,
escribió entonces:
La veneración a la virtud, el respeto hacia
el hombre
de bien que se consagra,
como el divino Maestro
a enseñar
al que no sabe, a
derramar en el corazón
de la niñez las
máximas de la caridad,
el amor, al saber,
a la gloria,
a la Patria, me hacen
derramar una lágrima,
no sobre
la tumba de la opulencia,
sino sobre una
humilde sepultura,
pero esclarecida
por los méritos del
varón
virtuoso
que duerme en su
seno. Tal es el Maestro
Rafael Cordero. |
Respondiendo a la Carta apostólica "Novo
Millenio Ineunte"
(El nuevo milenio
que inicia) del papa Juan Pablo II, pidiendo a las iglesias particulares recoger
las memorias de los
testigos de la fe, "herencia
que no debe perderse
y que se ha de trasmitir
para un deber perenne
de gratitud y un renovado
propósito de imitación",
los obispos
de Puerto Rico han
iniciado un proceso de
canonización del
maestro Rafael Cordero Molina,
siervo de Dios. |
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Documentos Eucarísticos |
Al respecto, el arzobispo metropolitano de San Juan, Roberto González Nieves O.F.M., invitó
a fomentar la devoción
a Rafael Cordero,
quien vivió sobresalientemente
según las
normas de las bienaventuranzas
evangélicas.
Pide que invoquemos al
Espíritu Santo para
que arroje luz en esta
causa. Además expresó:
"Hoy debe ser un momento
de emoción
y de alegría para todo
nuestro pueblo para
crecer en la fe, la esperanza,
el amor, la
santidad y unidad".
RACIÓN
Señor y Dios nuestro,
Tú que infundiste en tu
Siervo,
el Maestro Rafael, laico
puertorriqueño,
un ardiente celo por la
educación integral
de la niñez
y una luminosa caridad
para con los pobres
y desamparados,
haz que yo sepa también
responder con generosidad
de servicio
a las necesidades de los
que me rodean.
Te pido, si es tu voluntad, que concedas la
gracia (pedir favor)
de manera que tu siervo
Rafael sea elevado
a los altares.
Amén.
(Rezar un Padre Nuestro,
un Ave María y un
Gloria)
* Para más información:
Abad Oscar Rivera, OSB
Postulador, Palacio Arzobispal,
Calle del Cristo 50, San
Juan P.R. 00901
(tel. (787) 725-4975
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