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Benedicto XVI:
EL ADVIENTO NOS RECUERDA QUE DIOS SIGUE EN EL MUNDO |
Diccionario litúrgico-bíblico-eclesiástico
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eyendo el Antiguo Testamento - ha observado el pontífice- vemos que las
intervenciones de Dios en la historia del
pueblo que ha elegido y con el que ha establecido
una alianza, no son acontecimientos que pasan
y caen en el olvido, sino que se convierten
en 'memoria', constituyen la 'historia de
salvación' mantenida viva en la conciencia
del pueblo de Israel a través de la celebración
de los eventos salvíficos” como la Pascua...
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Para todo el pueblo de Israel recordar lo que Dios ha hecho
se convierte en una especie
de imperativo
permanente para que el
paso del tiempo esté
marcado por la memoria
viva de los acontecimientos
pasados, que así forman
,día tras día, de
nuevo la historia y permanecen
presentes
(...) La fe es alimentada
por el descubrimiento
y el recuerdo del Dios
que es siempre fiel,
que guía la historia y
es el fundamento seguro
y estable sobre el que
construir la vida
propia”.
Benedicto XVI ha explicado que para Israel, el Éxodo “es el acontecimiento histórico
central en que Dios revela
su poderosa acción.
Dios libera a los israelitas
de la esclavitud
en Egipto, para que puedan
regresar a la
Tierra Prometida y adorarlo
como el único
Dios verdadero. Israel
no se pone en marcha
para ser un pueblo como
los demás (...) sino
para servir a Dios, con
el culto y con la
vida, (...)y dar testimonio
suyo ante los
otros pueblos. Y la celebración
de este evento
es hacerlo presente y actual
porque la obra
de Dios no cesa”. Dios
se revela no solo
en el acto primordial de
la creación, sino
entrando en nuestra historia,
en la historia
de un pequeño pueblo que
no era ni el más
numeroso, ni el más fuerte.
Y esta revelación
de Dios (...) culmina en
Jesucristo. Dios,
el Logos, la Palabra creadora
que está en
el origen del mundo, se
ha encarnado en Jesús
y ha mostrado el verdadero
rostro de Dios.
En Jesús se cumplen todas
las promesas, en
Él culmina la historia
de Dios con la humanidad”.
“El Catecismo de la Iglesia Católica -ha recordado el Santo Padre - resume las
etapas de la revelación divina: Dios ha invitado
al hombre, desde el principio, a una comunión
profunda con Él, e incluso cuando el hombre,
por su desobediencia, pierde su amistad,
Dios no lo abandona al poder de la muerte;
al contrario, le ofrece muchas veces su alianza.
El Catecismo recorre el camino de Dios con
el hombre desde la alianza con Noé después
del diluvio, a la llamada de Abraham a salir
de su tierra para hacerle padre de una multitud
de pueblos. Dios constituye a Israel como
su pueblo, a través del Éxodo, la alianza
del Sinaí y el don, por medio de Moisés,
de la Ley para ser reconocido y servido como
el único Dios vivo y verdadero.
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Catecismo
de la Iglesia Católica
Catechism of the Catholic Church |
Con los profetas, Dios conduce a su pueblo a la esperanza
de la salvación (...) Al
final no se espera
ya sólo a un rey, a un
hijo de David, sino
a un “Hijo del hombre,
la salvación para
todos los pueblos (...)
.Vemos así como el
camino de Dios se ensancha,
se abre cada
vez más hacia el misterio
de Cristo, el Rey
del Universo. En Cristo
se realiza finalmente
la salvación en su plenitud,
el designio
benevolente de Dios. Él
mismo se hace uno
de nosotros”. Todas esas
etapas demuestran
“un único designio de salvación
dirigido
a toda la humanidad, que
se revela y se realiza
progresivamente con la
potencia divina”.
El Papa ha concluido hablando del tiempo
litúrgico de Adviento que nos prepara para la Navidad.
“Como todos sabemos -ha dicho- la palabra
'Adviento' significa 'venida', 'presencia',
y antiguamente indicaba la llegada del rey
o del emperador a una determinada provincia.
Para nosotros los cristianos, significa una
realidad maravillosa y desconcertante. Dios
mismo ha atravesado su cielo y se ha inclinado
hacia el hombre; ha forjado una alianza con
él, entrando en la historia de un pueblo.
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Él es el rey que ha bajado a esta pobre provincia que
es la tierra, y nos ha obsequiado con su
visita asumiendo nuestra carne, haciéndose
hombre como nosotros. El Adviento nos invita
a recorrer el camino de esta presencia y
nos recuerda una y otra vez que Dios no se
ha ido del mundo, que no está ausente, que
no nos abandona; al contrario, nos sale al
encuentro de diferentes maneras que tenemos
que aprender a discernir. Y también nosotros,
con nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra
caridad, estamos llamados, día tras día,
a entrever esta presencia y dar testimonio
de ella en el mundo a menudo superficial
y distraído, a hacer que brille en nuestras
vidas la luz que ha iluminado la gruta de
Belén”.
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