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CASADOS "PARA" LA IGLESIA
"El matrimonio no visto así se convierte
en una mera ceremonia legal. Cumple unos
requisitos, aunque ni crea en ellos. Como
el que jura la ciudadanía americana, porque
le conviene, sin aceptar la lealtad a ella,
y levanta la mano en la ceremonia como lo
haría para expresar que quiere un limberg
de coco."
Por Jorge Ambert, S.J.
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emérito de Roma)
stamos demasiado acostumbrados a vocabulario incompleto y poco preciso.
Así, en ambientes católicos, se oye "Fulano
se casó por lo civil; Mengano se casó por
la Iglesia". Y al que está "mal
casado"(para el católico) se le exhorta
a que arregle sus papeles, a que se casa
"bien", "como debe ser".
Creo que hasta esa manera externa de hablar
puede ser fuente de un equívoco. Se está
clasificando al matrimonio, como una ceremonia
legal que cumple con estos o aquellos requisitos.
La Iglesia se convierte, en este pensamiento,
en otro ELA, celoso porque sus leyes se respeten
debidamente.
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El matrimonio visto así se convierte en una mera ceremonia legal. Cumplo unos
requisitos, aunque ni crea en ellos. Como
el que jura la ciudadanía americana, porque
le conviene, sin aceptar la lealtad a ella,
y levanta la mano en la ceremonia como lo
haría para expresar que quiere un limberg
de coco. En la Iglesia se puede casar hasta
un ateo, o un judío, o un budista, si contraen
con una parte bautizada católica que tiene
obligación y derecho a tal ceremonia. Bien
vemos que con esta visión legalista no se
apura hasta el fondo lo que significa el
sacramento matrimonial.
Hay otros que hablan de que "se casan en la Iglesia San José".
El matrimonio depende de
una localización
geográfica. Y buscarán
esa localización o
porque es bonita, o porque
es la que le imponen.
Casarse en la Iglesia es
como casarse en
el Jardín botánico entre
bambúes o ritmos
de plena o cuatro. En el
significado hondo
de la ceremonia da lo mismo
el lugar donde
se realiza, porque el lugar
no define la
ceremonia, sino que la
adorna.
Cambiemos esa forma de hablar. Así será, si es que entendemos y queremos
que se realice lo que la Iglesia piensa de
la ceremonia. Hay que hacerlo para vivir
de veras lo que es el sacramento. Por eso
propongo otra forma de hablar: "me caso
PARA la Iglesia". Dice más esa expresión,
y es más acertada. Se recalca con ella que
el amor humano que se jura en la ceremonia,
y que nos constituye en el estado de casados,
nos CONSAGRA para una tarea que la Iglesia
necesita, Eso de casarse "en" la
Iglesia menciona solo un lugar geográfico,
como si uno se casase en El Morro o en San
Sebastián. Y aquello de "por" la
Iglesia menciona un mero y triste cumplimiento
de unas normas. De ahí resulta ese "cumplimiento"
que nos molesta, porque se cumple y al mismo
tiempo se miente.
No. Hablamos de una consagración en que Dios
mismo entra para consagrar. En la Iglesia tenemos
obispos (pastores que dirigen y gobiernan),
tenemos sacerdotes (dispensadores de los
sacramentos y animadores de la fe). Tenemos
otros múltiples ministerios, en que personas
concretas prestan sus habilidades para la
obra de extender y arraigar el Reino que
Jesús predicó. |
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Necesitamos también en esta Iglesia un carisma
especial:
- seres que vivan el amor
como el motor que
da vida y significado a
la existencia.
- personas que nos enseñen,
con su relación
visible, lo que es el amor
de Dios para con
el mundo;
- primeras células del
cuerpo social humano
donde se adore a Dios,
al mismo tiempo que
se forma a la persona como
tal, como ser
social, y como creyente.
Faltan hogares donde se realice en lo pequeño lo que es la Iglesia como
comunidad grande, gente que cree, que adora,
que ama, que se compromete por lo bueno.
Necesitamos iglesitas o iglesias domésticas".
Y para eso te consagramos a ti creyente (macho
y hembra), que sientes el llamamiento humano
al compromiso mutuo del amor perpetuo y fecundo. |
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¿A qué suena más maravilloso puesto de esta manera? A que tienen, entonces, más lógica las exigencias
de ese amor, entendido a lo profundo, de
uno con una para siempre? Es que estamos
asumiendo y reflejando el amor de Cristo
a este mundo: un amor que es compromiso,
sacrificio, siempre "sí", no centrado
en el egoísta "sacarte a ti algo para
gozarlo yo". Y puesto de esta manea
resulta que el matrimonio es una misión que
la Iglesia necesita que alguien realice para
el todo. No es, pues, solamente una necesidad
biológica, o una aventura de amor personal
al que te decidiste para completar tu ser
individual,. Es una tarea eclesial: te casas
"para la iglesia".
Te puede parecer que se trata de un simple
juego de palabras. En el fondo de esta terminología subyace
todo un mundo rico en espiritualidad
comunitaria.
El nuevo estilo evangélico
de la Iglesia,
abierta a los problemas
del mundo y de los
hombres, reclama matrimonios
cristianos que
encarnen en sus vidas toda
la riqueza de
este amor compartido. Y
celebrando su boda
así completen el cuerpo
místico de Cristo,
que es la Iglesia.
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