La laicidad del Estado:
algunas consideraciones
Arzobispo Mamberti en la
X Semana social
católica cubana
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Arzobispo Dominique Mamberti
"En muchas legislaciones estatales se afirma
que la laicidad es
uno de sus principios
fundamentales. Al
respecto, no se puede
olvidar
que de hecho, en
nombre de esta concepción,
algunas veces son
tomadas decisiones
o emanadas
normas que objetivamente
afectan al ejercicio
personal y comunitario
del derecho fundamental
a la libertad religiosa".
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CIUDAD DEL VATICANO, JUN 2010 (VIS).
"l arzobispo Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los
Estados, intervino el pasado
16 de junio
en la apertura de la X
Semana Social Católica
Cubana, con un discurso
titulado: "La
laicidad del Estado: algunas
consideraciones".
"Se ha de observar que,
aunque el término
"laicidad" tanto en el
pasado como
en el presente se refiere
ante todo a la
realidad del Estado y asume
no pocas veces
un matiz o acepción en
contraposición a la
Iglesia y al cristianismo,
no existiría si
no fuera por el mismo cristianismo",
dijo el arzobispo.
"En efecto, sin el Evangelio de Cristo no habría entrado en la historia de la humanidad
la distinción fundamental
entre lo que el
hombre debe a Dios y aquello
que debe al
César; es decir, a la sociedad
civil. (...)
Aún el mismo término "laicidad",
derivado de la palabra
"laico",
tiene su primer origen
en el ámbito eclesial
(...) El laico es (...)
aquel "que no
es clérigo (...) Ésta es
la primera acepción,
que resulta totalmente
intraeclesial, del
término "laicidad".
"En la Edad Media, prosiguió el prelado,
"los soberanos, que
reivindicaban una
no sujeción al Papa,
no por esto se consideraban
fuera de la Iglesia;
cuanto más, deseaban
ejercer un rol de
control y de organización
de la misma Iglesia,
pero no había ninguna
voluntad de separarse
de ella o su exclusión
de la sociedad. Es
a partir del Iluminismo
y luego de manera
dramática durante
la Revolución
francesa que el término
"laicidad"
llega a designar
su contrario: una
completa
alteridad; es más,
una oposición neta
entre
el ámbito de la vida
civil y aquel religioso
y eclesial".
"Aunque la laicidad es invocada hoy y utilizada no raras veces para obstaculizar
la vida y la actividad
de la Iglesia -señaló
el secretario para
las Relaciones con
los
Estados- en su realidad
profunda y positiva
ella no se hubiera
ni siquiera dado
sin el
cristianismo.
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Es lo que ha sucedido también con otros valores
que hoy son considerados
típicos de la modernidad
y frecuentemente invocados
para criticar
a la Iglesia o, en general,
a la religión,
como el respeto de la dignidad
de la persona,
el derecho a la libertad,
la igualdad, etc.:
que son en gran parte fruto
de la profunda
influencia del Evangelio
en diversas culturas,
aún cuando más tarde fueron
separados y hasta
contrapuestos a sus orígenes
cristianos".
"En muchas legislaciones estatales -observó- se afirma que la laicidad es uno
de sus principios fundamentales;
obviamente,
sobre todo en lo que se
refiere a la relación
del Estado con la dimensión
religiosa del
hombre. (...) Al respecto,
no se puede olvidar
que de hecho, en nombre
de esta concepción,
algunas veces son tomadas
decisiones o emanadas
normas que objetivamente
afectan al ejercicio
personal y comunitario
del derecho fundamental
a la libertad religiosa".
"Podemos notar que la falta de una subordinación
lógica y ontológica
de la laicidad respecto
al pleno respeto
de la libertad religiosa
constituye para esta
última una posible
y
también real amenaza.
(...) En tal caso,
paradójicamente el
Estado pasa a ser
un Estado
confesional y no
más auténticamente
laico,
porque haría de la
laicidad su valor
supremo,
la ideología determinante;
justamente una
especie de religión,
hasta con sus ritos
y liturgias civiles".
"Ha de reafirmarse la concepción plena del derecho a la libertad
religiosa. Ya que,
respetarlo no significa
simplemente no ejercer
coacción o permitir
la adhesión personal
e interior a la fe.
Si bien el respeto
del acto personal
de fe
es fundamental, no
agota la actitud
del Estado
en relación con la
dimensión religiosa,
porque
ésta -como la persona
humana- tiene necesidad
de exteriorizarse
en el mundo y de
ser vivida
no sólo personalmente,
sino también comunitariamente". |
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Una Espiritualidad
para Lectores:
A Spirituality for Lectors
Premio CPA |
Refiriéndose finalmente a la misión de los
laicos, el arzobispo Mamberti
puso de relieve
que "al Magisterio le compete
un rol
distinto" del que les corresponde
a
ellos. "Mientras a los
Pastores de la
Iglesia les toca iluminar
las conciencias
con la enseñanza, "el deber
inmediato
de actuar en favor de un
orden justo en la
sociedad" -como afirma
Benedicto XVI
en su encíclica sobre la
caridad- "es...
propio de los fieles laicos",
que lo
realizan "cooperando con
los demás ciudadanos".
SS/ VIS 20100618 (720)
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