Dios recompense a Sor Lucía
por su gran servicio a
la Iglesia
«Una mano materna guió la trayectoria de
la bala,
y el Papa agonizante se
detuvo en el umbral
de la muerte»
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Rafael Cordero Molina: Maestro de próceres,
Siervo de Dios
Libros, devociones, documentos sobre la Eucaristía
Las mujeres no abandonaron a Jesús
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La monja portuguesa de clausura Sor Lucía
falleció el domingo,
13 de febrero del
2005,
a los 97 años de
edad. Última sobreviviente
de los tres pastores
a quienes se apareció
la Virgen María en
Fátima (Portugal)
en 1917.
Esta aparición y
la de Lourdes, Francia,
son las únicas dos
reconocidas oficialmente
por la iglesia Católica.
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CIUDAD DEL VATICANO, 16 FEB 2005 (VIS).
yer por la tarde se hizo público un mensaje
del Santo Padre al obispo
Albino Mamede Cleto,
de Coimbra, que fue leído
durante el funeral
por Sor Lucía, celebrado
en la catedral de
esta ciudad portuguesa,
en la que falleció
el domingo a los 97 años.
La religiosa carmelita
era la última testigo de
las apariciones
de la Virgen en Fátima
en 1917.
El cardenal Tarcisio Bertone,
arzobispo de
Génova (Italia), presidió
la misa funeral
en calidad de enviado especial
de Juan Pablo
II.
"La visita de la Virgen
María que recibió
la pequeña Lucía en Fátima
junto con sus
primos Francisco y Jacinta
en 1917 -escribe
el Papa-, fue para ella
el inicio de una
misión singular a la que
se mantuvo fiel
hasta el final de sus días.
Sor Lucía nos
deja un ejemplo de gran
fidelidad al Señor
y de adhesión gozosa a
su voluntad divina".
El Santo Padre recuerda con emoción los diferentes
encuentros que tuvo
con la religiosa "y
los vínculos de amistad
espiritual que se
fueron intensificando
con el tiempo. Siempre
me he sentido sostenido
por el don cotidiano
de su oración, especialmente
en los momentos
duros de la prueba
y del sufrimiento. Que
el Señor la recompense
ampliamente por el
servicio grande y
humilde que ha prestado
a la Iglesia".
"Me gusta imaginar
que quien ha acogido
a Sor Lucía en su
paso de la tierra
al cielo
haya sido precisamente
Aquella a quien vio
en Fátima hace tantos
años.
Que la Virgen Santísima acompañe el alma de
esta hija suya devota al encuentro bienaventurado
con el Esposo divino".
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Los tres niños Francisco, Jacinta Marto y
Lucía de Jesús dos
Santos quienes recibieron
varias visitas de
la Virgen en Fátima,
Portugal.
Los dos primeros fueron beatificados por
el Papa en el año
2000.
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La víspera del fallecimiento, el Papa había
enviado un fax a Sor Lucía
en el que expresaba
su cercanía y aseguraba
su oración para que
pudiese "vivir este momento
de dolor,
sufrimiento y ofrecimiento
con el espíritu
de la Pascua, del paso".
Juan Pablo II se había reunido con la monja
carmelita en tres
ocasiones: los 13 de mayo
de 1982, 1991 y 2000.
El primer encuentro
tuvo lugar exactamente
un año después del
atentado en la Plaza
de San Pedro, que estuvo
a punto de costarle
la vida. En aquella ocasión,
el Papa fue a Fátima
para dar gracias a la
Virgen por haberle
salvado y quiso que la
bala que había quedado
en el jeep después
del atentado fuese
engarzada en la corona
de la imagen de la
Virgen de Fátima, como
signo de gratitud.
El segundo encuentro,
en 1991, tuvo lugar
en el décimo aniversario
del atentado. La
última vez que el
Papa y Sor Lucía coincidieron
personalmente fue
el 13 de mayo de 2000. |
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Juan Pablo II visitó en tres ocasiones el
santuario de Fátima,
Portugal, y se reunió
en varias ocasiones
con Sor Lucía. Un lazo
particular unía a
Sor Lucía con el Papa Juan
Pablo II, quien está
convencido que la Virgen
intervino para salvarlo
del atentado a tiros
del que fue víctima
el 13 de mayo de 1981
en plena plaza de
San Pedro, a manos de Alí
Agca, a quien el
Papa visitó poco después
en la cárcel y perdonó.
En Fátima se encuentra incrustado en la corona
de la Virgen uno
de los proyectiles que hirieron
al Papa en 1981.
La Virgen había confiado a Francisco, Jacinta
Y Lucía "tres secretos"
a los niños,
entre ellos la profecía
de que el Papa sufriría
un atentado:
"un obispo vestido de blanco... que
caminaba hacia la
Cruz entre los cadáveres
de los mártires,
y caía como muerto bajo
disparos de arma
de fuego".
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Ese día, el Santo Padre beatificó a los pastorcillos
Jacinta y Francisco y el
cardenal Angelo
Sodano, secretario de Estado,
leyó un texto
relativo al tercer secreto
de Fátima.
MESS/MUERTE SOR LUCIA/COIMBRA:CLETO
VIS 050216
(480)
COLOQUIO CON SOR MARÍA LUCÍA DE JESÚS
Y DEL INMACULADO CORAZÓN
Autor: Congregación para
la Doctrina de la
Fe
a cita de Sor Lucía con Su Excia. Mons. Tarcisio
Bertone, Secretario de
la Congregación para
la Doctrina de la Fe, encargado
por el Santo
Padre, y de Su Excia. Mons.
Serafim de Sousa
Ferreira e Silva, Obispo
de Leiria-Fátima,
tuvo lugar el pasado jueves
27 de abril en
el Carmelo de Santa Teresa
de Coimbra.
Sor Lucía estaba lúcida
y serena; estaba
muy contenta del viaje
del Papa a Fátima
para la beatificación,
que ella tanto esperaba,
de Francisco y Jacinta.
El Obispo de Leiria-Fátima leyó la carta autógrafa
del Santo Padre que
explicaba los motivos
de la visita. Sor
Lucía se sintió honrada
y la releyó personalmente,
teniéndola en
sus propias manos.
Dijo estar dispuesta a
responder francamente
a todas las preguntas.
Llegados a este punto,
Su Excia. Mons. Tarcisio
Bertone le presentó
dos sobres, uno externo
y otro dentro con
la carta que contenía la
tercera parte del
«secreto» de Fátima, y
ella dijo inmediatamente,
tocándola con los
dedos: «es mi carta»;
y después, leyéndola:
«es mi letra».
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Nuestra Señora de
Fátima
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Con la ayuda del Obispo de Leiria-Fátima,
se leyó e interpretó el
texto original, que
está en portugués. Sor
Lucía estuvo de acuerdo
en la interpretación según
la cual la tercera
parte del secreto consiste
en una visión
profética comparable a
las de la historia
sagrada. Reiteró su convicción
de que la
visión de Fátima se refiere
sobre todo a
la lucha del comunismo
ateo contra la Iglesia
y los cristianos, y describe
el inmenso sufrimiento
de las víctimas de la fe
en el siglo XX.
A la pregunta: «El personaje principal de
la visión, ¿es el
Papa?», Sor Lucía respondió
de inmediato que
sí y recuerda que los tres
pastorcitos estaban
muy apenados por el sufrimiento
del Papa y Jacinta
repetía: «Coitandinho
do Santo Padre, tenho
muita pena dos peccadores!»
(«¡Pobrecito el Santo
Padre, me da mucha
pena de los pecadores!»).
Sor Lucía continúa:
«Nosotros no sabíamos
el nombre del Papa,
la Señora no nos
ha dicho el nombre del Papa,
no sabíamos si era
Benedicto XV o Pío XII
o Pablo VI o Juan
Pablo II, pero era el Papa
que sufría y nos
hacía sufrir también a nosotros». |
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Sor Faustina
Vida, visiones
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Por lo que se refiere al pasaje sobre el obispo
vestido de blanco, esto
es, el Santo Padre
—como se dieron cuenta
inmediatamente los
pastorcitos durante la
“visión”—, que es
herido de muerte y cae
por tierra, Sor Lucía
está completamente de acuerdo
con la afirmación
del Papa: «una mano materna
guió la trayectoria
de la bala, y el Papa agonizante
se detuvo
en el umbral de la muerte»
(Juan Pablo II,
Meditación desde el Policlínico
Gemelli a
los Obispos italianos,
13 de mayo de 1994).
Puesto que Sor Lucía, antes de entregar al
entonces Obispo de
Leiria-Fátima el sobre
lacrado que contenía
la tercera parte del
«secreto», había
escrito en el sobre exterior
que sólo podía ser
abierto después de 1960,
por el Patriarca
de Lisboa o por el Obispo
de Leiria, Su Excia.
Mons. Bertone le preguntó:
«¿por qué la fecha
tope de 1960? ¿Ha sido
la Virgen quien ha
indicado esa fecha? Sor
Lucía respondió:
«no ha sido la Señora, sino
yo la que ha puesto
la fecha de 1960, porque
según mi intuición,
antes de 1960 no se hubiera
entendido, se habría
comprendido sólo después.
Ahora se puede entender
mejor. Yo he escrito
lo que he visto,
no me corresponde a mí la
interpretación, sino
al Papa». |
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Documentos
Eucarísticos para
el Nuevo Milenio
English/Spanish |
Finalmente, se mencionó el manuscrito no publicado
que Sor Lucía ha preparado como respuesta
a tantas cartas de devotos de la Virgen y
de peregrinos. La obra lleva el título «Os
apelos da Mensagen da Fatima» y recoge pensamientos
y reflexiones que expresan sus sentimientos
y su límpida y simple espiritualidad, en
clave catequética y parenética.
Se le preguntó si le gustaría que la publicaran,
y ha respondido:
«Si el Santo Padre está
de acuerdo, me encantaría,
si no, obedezco
a lo que decida el
Santo Padre». Sor Lucía
desea someter el
texto a la aprobación de
la Autoridad eclesiástica,
y tiene la esperanza
de poder contribuir
con su escrito a guiar
a los hombres y mujeres
de buena voluntad
por el camino que
conduce a Dios, última
meta de toda esperanza
humana.
El coloquio se concluyó con un intercambio
de rosarios: a Sor
Lucía se le dio el que
le había regalado
el Santo Padre y ella,
a su vez, entrega
algunos rosarios confeccionados
por ella personalmente.
La bendición impartida en nombre del Santo
Padre concluyó el
encuentro. |
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En la penúltima semana del mes de febrero
del 2006, se cumplió
la última voluntad de
Sor Lucía: que se
trasladara su cuerpo desde
el Convento do Carmo
de Coimbra hasta la
basílica de Cova
da Iria, donde tuvieron
lugar en 1917 las
apariciones de la Virgen
y yacen Jacinta,
su prima, y su amiguito
y vecino de infancia
Francisco; los otros
dos pequeños pastores
portugueses. Cientos
de miles de feligreses
asistieron a la celebración
eucarística junto
a 17 obispos y 250 sacerdotes.
Luis Kondor, vice-postulador de la causa de canonización
de los videntes Francisco
y Jacinta, defendió
ayer en Fátima la
anticipación de los plazos
para beatificar a
Sor Lucía. El Derecho Canónico
señala que dicho
proceso puede ser abierto
sólo cinco años después
de la muerte. Kondor
ya realizó el pedido
a la Diócesis de Coimbra
para solicitar al
Vaticano la dispensa de
los plazos y así
iniciar y acelerar el proceso
canónico de beatificación.
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