Laura Meneses de Albizu Campos
del país clásico del sol; de
los Incas,
de la fábula y de la historia
por Dr. Fray Mario Rodríguez León, O.P.
Diseño, edición: Luis R. Negrón Hernández
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O ES TAREA FÁCIL ESCRIBIR unos breves apuntes biográficos sobre
una mujer del calibre y
talento continental
de Laura Meneses de Albizu
Campos. Se necesita
mucho tiempo, vasta experiencia
y la sabiduría
de los amautas del Perú
para valorar
en su justa perspectiva
el legado histórico
de esta egregia mujer latinoamericana,
oriunda
del país del sol, de la
noble y valiente
tierra de los Incas, de
la fábula,
del dolor, de la grandeza
y de la historia,
como diría el Libertador
Simón
Bolívar.
La hija menor de don Juan Rosa Meneses del
Pino, Coronel del Ejército Peruano y del
Estado Mayor, y de doña
Emilia del
Carpio Tupayachi, nació
un 31 de marzo
de 1894 en la ciudad de
Arequipa, a orillas
del Chili y al pie del
volcán Misti,
adornado de espesas nieves
y enclavado a
2.378 m. de altitud. De
clima templado y
agradable, la ciudad de
Arequipa de origen
incaico y de rica herencia
colonial española,
dejó una huella imborrable
en el carácter
y el indómito espíritu
de Laura
Meneses del Carpio. Fue
esa antigua ciudad
donde ella realizó sus
primeros estudios en el colegio dominico
de Nuestra Señora del Rosario.
Estudió
en Puno y en el Callao,
en cuyos centros
docentes recibió una sólida
y esmerada educación. En
las diferentes
instituciones académicas
se destacó
por su vivo ingenio, dedicación,
esfuerzo
y voluntad. Dotada de un
singular talento
para la literatura y la
música, sin
embargo orientó sus estudios
hacia
las ciencias naturales.
En 1913 obtuvo el grado de Bachiller en Ciencias
Naturales con la tesis
"El Proceso Físico-químico
en la Herencia de los Vegetales".
En
1918, en la prestigiosa
Universidad de San
Marcos de Lima, obtiene
el doctorado en Ciencias
Naturales. En Lima trabajó
con dedicación
y esmero y se desempeñó
como
ayudante de Cátedra en
la Facultad
de Ciencias Naturales de
la Universidad de
San Marcos. Por recomendación
de la
familia del destacado compositor
peruano
residente en Boston, Luis
Dunker Lavalle,
fue recomendada para que
estudiara en la
Universidad de Harvard.
En 1920 se matriculó
en Radcliffe College, la
sección femenina
de la Universidad de Harvard.
Fue la primera mujer latinoamericana en estudiar en esa prestigiosa universidad
de los Estados Unidos.
Su tesis de doctorado,
"Contribución al Estudio
de la
Nitrificación en los Suelos
de Lima",
mereció altos elogios y
el aplauso
de distinguidos catedráticos
de la
universidad. El estudio,
de carácter
científico, está escrito
en
un lenguaje pulcro y de
transparencia literaria.
La doctora Meneses del
Carpio puso de manifiesto
su talento y sólida formación
en las Ciencias Naturales
y, al evocar esos
años, nos hace recordar
a otra gran
mujer de su época, científica
como ella: Madame Curie.
La peruana nada
tiene que envidiar a la
distinguida polaca
radicada en París y ganadora
del Premio
Nobel en varias ocasiones.
En el Departamento de Filosofía de la Universidad de Harvard, el poeta hindú Rabindranath Tagore
ofrecía una conferencia
en la cual
se encontraba el estudiante
puertorriqueño
Pedro Albizu Campos. Cuando
Laura Meneses
entraba en el lugar donde
se ofrecía
la conferencia, Albizu
Campos le cedió
gentilmente el paso y se
miraron mutuamente.
Ella pensó que Albizu Campos
era un
hindú por su fisonomía
racial.
Al poco tiempo se conocieron
formalmente
cuando María Llosa, esposa
de Dunker
Lavalle, los presentó en
una velada
familiar en su residencia.
Aquel encuentro
selló para siempre sus
destinos.
En julio de 1922, Pedro Albizu Campos y Laura
Meneses se casaron por lo civil en Juana Díaz. Luego de viajar a Nueva York y Perú, regresó a
Radcliffe College para
continuar sus estudios.
El 10 de junio de 1923
contrajo matrimonio
católico en la catedral
de Ponce ante el
padre paúl Juan Florencio
García. Al desposarse
con el Dr. Pedro Albizu
Campos la vida de
Laura Meneses cambió radicalmente,
como ella
expresó en carta enviada
desde México a su
hija Laura Esperanza, el
8 de enero de 1957:
"Yo viví desde que me casé
en ese mundo
que para no convertirse
en espejismo, demanda
la oblación continua de
nuestra personalidad.
Para ello tuve que renunciar
a mis necesidades
más elementales, a mis
caprichos, a mis deseos,
a mis inquietudes. A lo
único que no renuncié
fue a mi alegría porque
estaba al lado de
tu padre, cuya grandeza
ponía en evidencia
la superficialidad de todas
las cosas".
Por sus títulos y educación, la Dra. Meneses de Albizu Campos pudo trabajar
y ocupar los mejores puestos
y privilegios,
pero fiel a los principios
políticos de su
esposo, no aceptó ningún
trabajo ofrecido
por el gobierno colonial
de Puerto Rico.
Sobre el particular señala
J. Benjamín Torres:
"Fiel seguidora de
la política de no-cooperación
con el régimen colonial
de la Patria que
postulaba Albizu Campos,
ella no aceptó ninguna
de la ofertas para dictar
una cátedra por
nombramiento en la Universidad".
El 11 de mayo de 1930, en el Ateneo Puertorriqueño, el Dr. Pedro Albizu Campos fue electo Presidente
del Partido Nacionalista.
Como presidente
de dicha colectividad,
inició una enérgica
campaña de carácter revolucionario
y anti-imperialista
en favor de la independencia
de Puerto Rico.
En todo momento Laura Meneses
apoyó la gigantesca
empresa política iniciada
por su esposo.
Fue una vida dura y difícil,
por los atentados
contra su vida y la de
sus hijos. Su talento
literario se pone de manifiesto
en varios
de escritos pero muy especialmente
en su
ensayo SERENIDAD, escrito
en la Navidad de
1932 y publicado en San
Juan en 1936. Dedicado
a sus hijos Pedro, Rosa
y Laura, en su dedicatoria
les orienta:
"En el zenit de la vida, cuando perplejos con la previsión hiperbólica
sonriáis; en el crepúsculo,
cuando el pendular
de las cosas irremediables
os plantee una
parábola; a la hora de
la crisis, cuando
la condenación de los valores
impíos os amenace
con el arrastre ciclópeo
de los balances
eternos; a la hora de la
adversidad, cuando
la deserción os entregue
al dolor; a la hora
íntima, cuando la grandeza
de nuestra pequeñez
os eclipse y cuando la
soledad os atemorice,
hijos míos, acordaos que
la acción es la
colindancia suprema, y
que más allá en su
causalidad trascendental,
radica el infinito,
cuya fracción también es
infinita y que así
fue el principio y así
será el fin por los
siglos de los siglos...".
El ensayo es un tesoro de sabiduría, en la cual la autora evoca su vida, sus
recuerdos, sueños, esperanzas
e ilusiones.
Los temas del escrito evidencian
un profundo
cultivo de vida espiritual:
abnegación, anonimidad,
silencio. El estilo literario
es de arcana
belleza y profundidad filosófica.
Continúa: p.2
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