CELEBRAR LA NAVIDAD ES LLEVAR A LOS DEMÁS
LA ALEGRÍA Y LUZ DE DIOS
Carta del niño Ratzinger a Jesús en la Navidad
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CIUDAD DEL VATICANO, 2012 (VIS).
enedicto XVI dedicó su catequesis al misterio
de la Natividad del Señor. El Papa señaló
que la primera reacción que se experimenta
ante la "extraordinaria acción de Dios
que se hace Niño" es la alegría. Se
trata de un sentimiento "que nace del
estupor del corazón al ver cómo Dios se acerca
a nosotros, piensa en nosotros, cómo actúa
en la historia, (...) nace al contemplar
el rostro de aquel humilde Niño, porque sabemos
que es el rostro de Dios.
La Navidad es alegría porque... Dios, que es el bien, la vida,
la verdad del hombre, se rebaja hasta el
hombre para elevarlo hasta Sí mismo: Dios
se hace tan cercano que se puede ver y tocar".
Por ello, dijo el Papa, "la Navidad
es el punto en el que Cielo y tierra se unen...
En aquel Niño, necesitado de todo..., lo
que Dios es -eternidad, fuerza, santidad,
vida, alegría- se une a lo que nosotros somos
-debilidad, pecado, sufrimiento, muerte-".
El Pontífice explicó que
la teología y la
espiritualidad de la Navidad
usan la expresión
"admirabile commercium"
para describir
este "admirable intercambio"
entre
la divinidad y la humanidad:
"El primer
acto de este maravilloso
intercambio se opera
en la humanidad misma de
Cristo. El Verbo
ha asumido nuestra humanidad,
y, a cambio,
la naturaleza humana ha
sido elevada a la
dignidad divina. Y así
el sueño de la humanidad
comenzado en el paraíso
terrenal -ser como
Dios- se realiza de modo
inesperado, no por
la grandeza del hombre,
que no puede hacerse
Dios, sino por la humildad
de Dios que desciende,
entra así en nosotros...
y nos eleva a la
verdadera grandeza de su
Ser...
El segundo acto del intercambio consiste en nuestra real e íntima participación
en la naturaleza divina del Verbo...
La Navidad es la fiesta en la que Dios se
acerca tanto al hombre que comparte el acto
de nacer, para revelarle su dignidad más
profunda: la de ser hijo de Dios".
Benedicto XVI quiso detenerse también en
otro aspecto de la Navidad, representado
por la luz: |
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"La venida de Cristo disipa las tinieblas del mundo, llena la noche santa de un fulgor
celeste y difunde sobre el rostro de los
hombres el esplendor de Dios Padre, también
hoy. (...) Después de haber hablado e intervenido
en la historia mediante mensajeros y signos,
Dios ha salido de su luz inaccesible para
iluminar el mundo". Cada cristiano ha
de ser consciente de la misión y la responsabilidad
de testimoniar y llevar al mundo la luz nueva
del Evangelio. La Iglesia recibe la luz de
Cristo "para ser iluminada por ella
y difundirla en todo su esplendor. Y esto
debe suceder también en nuestra vida personal".
"La Navidad es detenerse a contemplar
el Niño, el misterio de Dios que se hace
hombre en la humildad y la pobreza; pero
es, sobre todo, acoger de nuevo en nosotros
mismos ese Niño, que es Cristo Señor, para
vivir de su misma vida, para hacer que sus
sentimientos, sus pensamientos, sus acciones,
sean nuestros sentimientos, nuestros pensamientos,
nuestras acciones.
Celebrar la Navidad es manifestar la alegría, novedad, la luz que
este nacimiento ha llevado a nuestra existencia,
para ser nosotros también portadores de la
alegría, la verdadera novedad y la luz de
Dios".
Terminada la catequesis, el Santo Padre saludó
a los peregrinos en diversos idiomas, agradeció
la participación en la audiencia de diversos
grupos musicales que animaron la celebración
y bendijo a los presentes.
AG/ VIS 20120104 (620)
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