Alejandro Ramírez
1777-1821
por Sotero Figueroa
Obra: Ensayo biográfico, Establecimiento
Topográfico El Vapor,
Ponce, 1888
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Le invitamos a leer también:
La obra del intendente Alejandro Ramírez
en Puerto Rico
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Intendente Alejandro Ramírez
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ODO BUEN PORTORRIQUEÑO que haya leido nuestra reducida biblioteca
histórica, no puede estampar
el nombre bendecido
de Don Ramón Power, sin
que involuntariamente
acuda a la imaginación
el no menos grato
del primer Intendente de
esta Provincia.
Parece como que se complementan
estas dos
existencias, tan celosas
en cumplir con los
deberes que se impusiera;
tan infatigables
en remover los obstáculos
que se oponían
a la marcha progresiva
del pedazo de tierra
donde el uno recibiera
el primer beso de
la luz, y el otro alcanzara
el respeto y
las distinciones a que
se había hecho acreedor,
tanto por las bellas cualidades
de su alma,
como por las acertadas
medidas económicas
y descentralizadoras que
planteara, y que
fueron las que dieron vida
propia a esta
Isla.
En efecto, Power, entre otras patrióticas
gestiones, solicita y obtiene,
tras prolongada lucha, la separación de
la Intendencia de
esta Isla, que estaba agregada
a la Capitanía General
desde Mayo de 1784,
y que se encontraba
en un estado tan abatido
como gravoso para
la Nueva España, y Ramírez,
solicitado por el
mismo Power, acomete la
ímproba tarea de
crear -esta es la palabra-
el primer centro
económico oficial de la
Isla, teniendo que
hacerlo y regularizarlo
todo, luchando con
las preocupaciones inherentes
los suspicaces tiempos
que alcanzaba y con
los egoísmos despertados
a la sombra de la
retina tradicional.
Power, pues, y Ramírez
se comprendieron,
quedando satisfechos
el uno y el otro. ¡Hermoso
dualismo, tan fecundo
en bienes para esta
Isla! |
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RAMÓN POWER Y GIRALT
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Pero tiempo es ya de que presentemos a la
consideración de nuestros
lectores, los apuntes
biográficos que hemos podido
acquirir del
memorable primer Intendente
de esta Isla.
Don Alejandro Ramírez vino a la vida en Alaejos,
Castilla la Vieja, el año
1777. Sus padres,
sencillos y honrados labradores,
no tenían
los recursos necesarios
para dar a su querido
hijo la sobresaliente educación
que pretendían:
pero gracias á la protección
decidida del
Canónigo D. Manuel Méndez,
quien sin duda
por intuición había comprendido
los grandes
servicios que estaba llamado
a desempeñar
aquel niño de frente espaciosa,
de inteligente
mirada y de ánimo emprendedor;
activo y resuelto,
pudo empezar sus estudios,
con grandes aprovechamientos
en Valladolid.
Mas el destino, o los empeños del acaso,
lo dispusieron de
otro modo. Según nos ha
hecho saber el investigador
infatigable Sr.
Acosta, que oyó el relato de boca del digno hijo
de nuestro biografiado,
una noche, a los
13 años, en que involuntariamente
regresaba
a la casa de su bienhechor
después de la
hora de la queda,
fue detenido por la ronda
y tuvo que pasar
la noche en bochornosa prisión
y en compañía de
un bandido que intentó seducirlo
con perniciosos consejos.
Confundido, avergonzado
al día siguiente,
y temeroso de presentarse
a su protector, se
dirijió a Madrid, mediante
la caridad de un
arriero conocido suyo.
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JOSÉ JULIÁN ACOSTA
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Ya en la Corte el pequeño Alejandro, animosamente
procura abrirse paso en
la lucha por la vida.
Se dirije al establecimiento
de librería
de D. Pablo Arribas, y
se ofrece como copista
a la sazón en que allí
se encontraba el Corregidor,
entonces de Alcalá, D.
Jacobo de Villa-Urrutia,
quien prendado del aspecto
e ingenuidad del
niño y admirado de su magnífica
letra, lo
llevó consigo y lo acogió
en su casa.
El Sr. de Villa-Urrutia
continuó la educación
del niño, y a fe que no
tuvo que arrepentirse
de esta buena obra. Bien
pronto el pequeño
Alejandro se hizo notar
entre todos sus condiscípulos
por su aplicación en todas
las asignaturas
que cursaba, sobresaliendo
en la ciencia
de los números, en la que
no encontraba dificultad
que no venciera con facilidad
suma.
El gran Jovellanos, ese ilustre poeta y estadista
de que con razón se enorgullece
España, fue
el que ensanchó más tarde
sus conocimientos
sobre Economía política,
ramo del saber humano
sin el cual es imposible
que los pueblos
emprendan resueltamente
el camino de la prosperidad.
Terminada la educación
del ya joven Alejandro,
su generoso protector le
llevó consigo a
Méjico, y finalmente concluyó
por darle la
mayor prueba de distinción
y cariño, confiándole
el sagrado depósito de
su amor entrañable,
su idolatrada hija, que
sería para Ramírez
la dulce compañera de su
vida, el estímulo
de todas sus nobles empresas,
la que llevaría,
con las sublimidades maternales,
calor a
su hogar y bulliciosos
juegos y charlas infantiles.
Así educado y así preparado para la vida de
la familia el pundonoroso
don Alejandro,
no es de extrañar
que, trasladado a Guatemala
diera pruebas de
acierto, ilustración y probidad,
ya como empleado
en la Casa de Moneda, ya
como Secretario del
Consulado y de la Capitanía
General.
Sus luminosos informes
y escritos le alcanzaron
tal reputación, que
fue nombrado socio corresponsal
de la Sociedad Filosófica
de Filadelfia,
a la par que le granjeaban
el cariño y la
consideración de
sus superiores gerárquicos.
En Noviembre de 1811, y a instancias de Power,
según ya hemos dicho,
fue nombrado primer
Intendente de Puerto-Rico,
cargo del que
no tomó posesión
hasta el 12 de Febrero de
1813, por haber querido
antes hacer previos
estudios, con el
fin de cumplir a conciencia
su cometido. |
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BILLETE DE 3 PESOS QUE CIRCULÓ EN LA ISLA
EN 1814. |
Y ya que se nos presenta nueva ocasión de
hacer resaltar la nobleza
de carácter de
Power, así como la de Ramírez,
no pasaremos
adelante sin aprovecharla.
He aquí lo que a este propósito dice el ilustrado
cubano Sr. Güell y Renté,
en la biografía
de Ramírez que publicó
en La Habana:
Tiempo hacía que luchaba aquel benemérito
americano
(Power) por separar
la Intendencia de la
Capitanía General
a que estaba anexa.
Consiguiólo a fuerza
de trabajos y
súplicas, y para
nombrar un sujeto idóneo
que reuniese todas
las prendas necesarias
para levantarla del
estado abatido en
que yaciera, tomó
informes de sus amigos
que le
recomendaron eficazmente
a Ramírez. Acudió
solícito a las
Secretarías del despacho,
y allí vio con
sus propios ojos
la
capacidad, tino,
fecundidad y vastos conocimientos
del
recomendado; y puestos
de manifiesto ante
los Regentes
Borbón, Agar y Ciscar
las sobresalientes
cualidades del
andidato, lo nombraron
Intendente de Puerto-Rico,
dándole
facultades para que
reviviese aquella Hacienda,
que el
manejo criminoso
y la apatía de los gobernantes
tenían
reducida a una extrema
nulidad. Son tan memorables
las
alabras de aquel
digno diputado al Sr. Ramírez
en su carta
confidencial de aviso,
que no puedo menos
que transcribirlas.
Como sólo me había propuesto la felicidad
de Puerto Rico,
solicité con el mayor
ahinco una persona
capaz de llenar
los importantes cargos
de aquel empleo, y
bien informado
de que residían en
V. S. las más recomendables
cualidades,
lo expuse así al
Consejo de Regencia, que
también se
hallaba convencido
de lo mismo por los informes
que existen
en los Ministerios
de Guerra y Hacienda.
He tenido, pues,
la
satisfacción de que
se haya provisto dicha
Intendencia tan
dignamente como deseaba,
por cuyo favorable
resultado
congratulo á V. S.
al mismo tiempo que me
felicito,
representándome hoy
los beneficios que recibirá
muy pronto
mi patria bajo el
benéfico influjo de los
talentos y liberales
ideas que tanto brillan
en V. S. |
A lo que contestó el Sr. Ramírez:
Un Intendente nombrado sin pretenderlo ni
pensarlo, sin
tener en la Corte
un maravedís, es un fenómeno
que sólo
presenta la natural
explicación del relato
de V. S. y de su
ardiente y desinteresado
patriotismo, de
que aún en este
tiempo de noble exaltación
se verán muy pocos
ejemplares. |
Los conceptos estampados hacen formar cariñosa
idea de los dos eminentes
hombres que los
han producido. ¡Digno era
el uno del otro!
Continúa en la p. 2, final
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