Mensaje del P. Rubén A.
González Medina,
Obispo de Caguas y Presidente
de la Conferencia
Episcopal Puertorriqueña,
en la celebración
del Año Jubilar con motivo
del V Centenario
de la fundación de la Iglesia
Católica en
Puerto Rico; 19 de noviembre
del 2011.
"Mira que estoy a la puerta y llamo;
si alguno oye mi voz y me abre la puerta,
entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo".
- Apocalipsis 3, 20.
a historia de la fe católica en nuestro pueblo
puertorriqueño es la conmovedora historia de un Padre quien
lleno de bondad salió al encuentro de sus
hijos y sus hijas. Él está tocando a la puerta
de nuestros corazones, y nos ha pedido entrar
para permanecer siempre en medio de su pueblo.
Hoy, al celebrar 500 años de la llegada de los primeros evangelizadores
al suelo borincano entonamos un himno de
alabanza y adoración al Dios de la vida.
Es Él quien camina con nosotros a través
de nuestra historia como pueblo, una historia
que también es historia de salvación. Entre
luces y sombras nos acompaña y guía bajo
la maternal protección de María, madre de
la Divina Providencia, patrona principal de toda la Nación Puertorriqueña.
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Diócesis
de Caguas
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Esto resulta en una "fascinante aventura
de vivir la vida según el Evangelio"
según bien lo expresó el Beato Juan Pablo II, en su Mensaje a los jóvenes del Perú, en
el 1988. Gracias a la llegada de los primeros
evangelizadores hoy podemos declarar que
“Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y lo será siempre, y que en Él, hay vida y vida en abundancia”
Queridos hermanos y hermanas, nuestra presencia hoy aquí como Iglesia Católica en Puerto Rico, es la mejor señal de que
nuestra fe en Jesucristo, ha ido actuando
en la historia, a través de diversos acontecimientos.
Él ilumina y da sentido a nuestra existencia
nos brinda una especial significación a nuestra identidad como puertorriqueños - puertorriqueñas y creyentes. Es una fe
viva, que llena de esperanza nos mueve a
vivir la fraternidad. Ciertamente atravesamos
momentos difíciles, ahora bien, eso no nos
desanima porque estamos convencidos que el
Señor, dueño de la historia, camina con nosotros
nos sostiene, y por el poder de su Espíritu
fortalece a los que se dejan guiar por él.
Por eso, no tengamos miedo de asumir valientemente el compromiso histórico
al que hemos sido llamados como nuevos evangelizadores
en nuestro tiempo. No tengamos miedo de confesar
a Jesucristo ante el mundo con una convicción
profunda, sentida, vivida, como la confesó
el mismo Pedro, primer Papa de la Iglesia
y lo confiesa hoy el Papa Benedicto XVI al mundo: “Tu eres el Cristo, el Hijo del
Dios bendito”.
No tengamos miedo de afirmar que en Jesucristo, muerto y resucitado
se ofrece gratuitamente la salvación a toda
la humanidad. Una salvación que llega hasta
las más profundas raíces de la cultura de
nuestro pueblo, donde nuestra identidad como católico y nuestro ser puertorriqueño
están íntimamente unidos.
Foto a la derecha: Mons. Rubén González Medina,
Obispo de Caguas y Presidente de la Conferencia
Episcopal Puertorriqueña. |
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No nos avergoncemos de vivir nuestra fe católica
en medio de una sociedad que en muchas ocasiones
se ha empeñado en ocultar o destruir los
valores del Evangelio. No tengamos miedo de vivir nuestra fe católica
aún a costa de muchas renuncias y sacrificios.
No nos dejemos influenciar por falsas doctrinas
o por demagogias partidistas que sólo nos
dividen y en consecuencia nos destruyen ,
no sólo como individuos sino como pueblo.
La verdadera Fe no se vende ni se disimula,
se testifica; por eso, no nos avergoncemos
de pertenecer a la Iglesia cuerpo de Cristo
que tiene como tarea y misión continuar la
obra del Crucificado- Resucitado. Como auténticos
discípulos misioneros de Jesucristo evangelicemos
nuestra sociedad puertorriqueña, defiendo
los auténticos valores sobre todo, el inviolable
derecho a la vida y a la dignidad de la persona humana, desde su concepción hasta su muerte natural,
al matrimonio y a la familia como bases fundamentales para nuestra fe
y nuestros valores.
Promovamos una cultura de honestidad que subsane la raíz de las diversas formas
de violencia, y enriquecimiento ilícito o
corrupción. Anunciemos a Jesucristo con audacia
en todos los lugares donde el Evangelio no
ha sido suficientemente anunciado o acogido,
en especial aquellos ambientes difíciles
y olvidados incluyendo aquellos que se encuentran
más allá de nuestras fronteras.
En medio de una sociedad golpeada por las
rupturas y la desintegración,
nuestro gran
desafío en nuestro
proyecto para una nueva
evangelización, es
sin duda, trabajar por
una reconciliación
nacional. En una sociedad
cada vez más pluralista,
seamos integradores
de fuerzas para la
construcción de un Puerto
Rico más justo, reconciliado
y solidario.
¡Que nadie se quede
de brazos cruzados! |
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Hermanos y hermanas, en esta nueva aventura seamos una Iglesia viva, fiel y creíble
que se alimenta de la Palabra de Dios y la
Eucaristía, una Iglesia solidaria que acompaña al que
sufre, al pobre o al necesitado. Construyamos
una Iglesia que sea Casa y Escuela de Comunión, y si es necesario, no tengamos miedo de
llegar a ser una Iglesia mártir, para que
con su testimonio de vida haga presente en
el aquí y en el ahora o en el devenir de
nuestra Historia, el Reino de Dios.
¡Ánimo! El Señor guía nuestra
historia y
no olvidemos nunca: “Que
conocer a Jesucristo
por la fe es nuestro gozo,
seguirlo es una
gracia, transmitir este
tesoro a los demás
es un encargo que el Señor,
al llamarnos
y elegirnos, nos ha confiado”.
Que la Virgen Misionera, María: madre de la Divina Providencia, a cuyo corazón hemos consagramos nuestra
Nación Puertorriqueña, nos motive a seguir
viviendo con fidelidad nuestra fe católica,
para que en comunión con el Santo Padre Benedicto
XVI y los pueblos de América Latina y del
Caribe nos comprometamos con el Proyecto
de la Nueva Evangelización.
¡Alabado sea Jesucristo, que es el mismo
ayer, hoy y siempre!.
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