LA COSTUMBRE
DE ENVIAR TARJETAS DE FELICITACIONES
Y EL ORIGEN DE LOS ÁRBOLES
DE NAVIDAD
EN PUERTO RICO
Por Haydée Reichard de Cancio, PHD
(c) CopyRight - Prohibido copiar, reproducir
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Rico
* Música de fondo: canta Flor Morales Ramos,
"Ramito", "El
cantor de la
montaña", P.R.
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ADA DICIEMBRE el pueblo cristiano vuelve a revivir aquellas
palabras proféticas de Isaías: "Sepan
que una virgen concebirá y dará a luz un
hijo y los hombres lo llamarán Emmanuel,
que significa: Dios-con nosotros".
Hace dos milenios que el
Hijo de Dios, Jesús,
se manifestó ante la humanidad
trayendo la
salvación para todo el
que crea en Él. Por
eso el verdadero significado de la Navidad es el recuerdo de la primera venida del
Dios-hombre al mundo y la invitación a cada uno de nosotros
a estar atentos y preparados
para esa otra
venida de Cristo a nuestras
vidas, bien a
la hora de nuestra muerte,
o al final de
los tiempos.
En nuestra Isla, la Navidad se ha convertido
en una festividad que dista
mucho del espíritu
de la primera navidad.
El cambio social,
económico, religioso y
cultural que ha acontecido
en nuestro país desde el
último siglo ha
traído grandes transformaciones
en nuestras
costumbres y tradiciones
de pueblo católico-cristiano.
La Navidad de antaño era
tiempo de Misas
de Aguinaldo, Rosarios
de Reyes, parrandas
navideñas, la cena de Nochebuena
en familia,
la Misa de Gallo, villancicos,
y los regalos
del día de Reyes. Las casas
eran decoradas
con belenes. Las familias
más pudientes los
traían de Europa o de los
Estados Unidos,
mientras las más humildes
ordenaban a los
talladores de imágenes
del barrio, sus Reyes
Magos a caballo y sus nacimientos.
Estas
figurillas eran enseñanza
visual del nacimiento
de Cristo al mundo.
Las tarjetas de navidad
Es don Alejandro Tapia y Rivera en su libro
MIS MEMORIAS, para 1880,
quien nos habla
por primera vez sobre felicitaciones
impresas
describiéndolas como: "papeletas
manuscritas
en papel español con calados
y adornos caligráficos".
Según Coll y Toste, éstas
eran llevadas por
las casas, en un tarjetero
de plata. Las
tarjetas con motivos religiosos
comenzaron
a circular de forma comercial
a principios
del siglo XX. Con anterioridad
se utilizaban
unas tarjetas hechas en
cartón de brillo
y decoradas con adornos
femeninos llamadas
iluminadas. Hasta hace recientemente, la práctica de
enviar tarjetas de felicitaciones
postales
durante las navidades se
había generalizado
pero -quizás por el aumento
en el franqueo
postal- ha disminuido su
envío. En los últimos
años el correo electrónico
se ha convertido
en la felicitación favorita
de muchos.
Lo cierto es que fueron los norteamericanos
los que pusieron en práctica esta costumbre
en Puerto Rico. En 1898, el Congreso de los
Estados Unidos permitió la circulación y
franqueo de tarjetas postales confeccionadas
por individuos al mismo precio de las tarjetas
del Gobierno, un centavo. Al Puerto Rico
convertirse en parte de los EE.UU. la moda
se popularizó.
Es curioso apuntar que la forma que tenía
el puertorriqueño para felicitar y saludar
a sus vecinos, amigos y parientes en la Navidad,
era confeccionando e intercambiando ricos
manjares como: arroz con perico, majaretes,
tembleques, conserva de frutas, turrones
de cocos, canastas con frutas, viandas y
legumbres. Hoy esta antigua costumbre puertorriqueña
está casi olvidada. |
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Los Reyes Magos
con el niño Jesús
envuelto en la bandera
de Puerto Rico
-serigrafía de
Erasmo Mayorga-
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Los árboles de navidad
Si bien es cierto que con el cambio de soberanía
floreció la costumbre de
adornar un árbol
en la navidad, la tradición
no fue iniciada
por los norteamericanos.
La costumbre proviene
de Alemania y serán los
germánicos residentes en Puerto Rico los que comiencen esta tradición.
Apunta la escritora doña
Amelia Ceide que
con anterioridad a la llegada
de los norteamericanos
a la Isla, el Dr. Agustín Stahl instaló en Bayamón el primer árbol de navidad con luces en
la Isla y en la víspera
de Navidad colgó
en el ramaje del árbol
innumerables juguetes
y golosinas con la que
obsequiaba al día
siguiente a todos los niños
pobres. EL historiador
Dr. Herman Reichard Esteves
indica en su
libro de historia y literatura
puertorriqueña,
que el primer árbol de
navidad que se vio
en Aguadilla fue en 1904 en la residencia del alemán
don Otto Philippi y su
esposa Paula Bages,
luego otras familias de
descendencia germánica
siguieron la costumbre.
Como pocas eran las personas que podían comprar
un pino navideño, el puertorriqueño
utilizó
diferentes arbustos con
este fin entre ellos:
el sota caballo, tintinó
y escombrán. Estos
árboles que tienen un parecido
con los de
acerolas, eran colocados
en los salones de
clase, los balcones de
las casas y aún en
algunas salas, aunque perdían
muchas hojas.
A falta de finos adornos
se utilizaban cintas
y rústicas guirnaldas confeccionadas
de semillas
de pino cubiertas con papeles
de vivos colores.
Se popularizó el uso de
papel crepé rojo
y verde en forma de guirnaldas
y las campanas
plegadizas que eran colocadas
en las ventanas
y puertas de las casas
humildes y en los
salones de clase. El gran
número de maestros
norteamericanos que enseñaban
en nuestras
escuelas contribuyó grandemente
en la decoración
de lazos, árboles, campanas
y tonalidades
musicales como Jingle Bells. Y fue al ruido de estas campanas que llegó
el personaje del gordito
alegre, Santa Claus, despojando poco a poco a los Tres Reyes
Magos.
Es una pena que el verdadero espíritu de la
Navidad se haya ido perdiendo. Escribió doña
Ana Avellanet de Rosario en su libro Los Reyes Magos:
Es indudable que nuestra sociedad de hoy
está sujeta a tremendas tentaciones para
darle importancia a Santa Claus a expensas
de los Reyes Magos y el Niño Dios. El resultado
es la casi total desaparición de la Navidad
como festival religioso en ciertas secciones
de nuestra sociedad.
Lo peor es que mientras
más glorificamos
a Santa Claus, más
nos alejamos, no
solamente
del Niño Jesús, sino
también del espíritu
verdadero de San Nicolás, al cual Santa Claus pretende representar. |
Carta del niño Ratzinger a Jesús en la Navidad
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