SANTA CLO VA A LA CUCHILLA
- fragmento -
Por Abelardo Díaz Alfaro
(1919-1999), considerado el más importante
cuentista de tema criollista en Puerto Rico
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L ROJO DE UNA BANDERA tremolando sobre una bambúa señalaba la
escuelita de Peyo Mercé.
La escuelita tenía
dos salones separados por
un largo tabique.
En uno de esos salones
enseñaba ahora un
nuevo maestro: Mister Johnny
Rosas.
Desde el lamentable incidente
en que Peyo
Mercé lo hizo quedar mal
ante Mr. Juan Gymns,
el supervisor creyó prudente
nombrar otro
maestro para el barrio
La Cuchilla que enseñara
a Peyo los nuevos métodos
pedagógicos y llevara
la luz del progreso al
barrio en sombras.
Llamó a su oficina al joven y aprovechado
maestro Johnny Rosas, recién
graduado y que
había pasado su temporadita
en los Estados
Unidos, y solemnemente
le dijo:
"Oye, Johnny, te voy a mandar al barrio
La Cuchilla para que lleves lo último que
aprendiste en pedagogía. Ese Peyo no sabe
ni jota de eso; está como cuarenta años atrasado
en esa materia. Trata de cambiar las costumbres
y, sobre todo, debes enseñar mucho inglés,
mucho inglés."
...Y el supervisor Johnny Rosas sacó al maestro
Peyo Mercé de su
ensoñación con estas palabras:
"Este año hará su
debut en La Cuchilla
Santa Claus. Eso
de los Reyes está pasando
de moda. Eso ya no
se ve mucho por San Juan.
Eso pertenece al
pasado. Invitaré a Mr. Rogelio
Escalera para la
fiesta; eso le halagará
mucho." Peyo se rascó
la cabeza, y sin
apasionamiento respondió:
"Allá tu como Juana con sus pollos. Yo como
soy jíbaro y de aquí
no he salido, eso de
los Reyes lo llevo
en el alma. Es que nosotros
los jíbaros sabemos
oler las cosas como olemos
el bacalao." |
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The Nativity Story - DVD
Subtítulos: Español
Estrenada en el Vaticano |
Y se dio Johnny a preparar mediante unos
proyectos el camino para
la "Gala Premiere"
de Santa Claus en La Cuchilla.
Johnny mostró
a sus discípulos una lámina
en que aparecía
Santa Claus deslizándose
en un trineo tirado
por unos renos. Y Peyo,
que a la sazón se
había detenido en el umbral
de la puerta
que dividía los salones,
a su vez se imaginó
otro cuadro: un jibaro
jincho y viejo montado
en una yagua arrastrada
por unos cabros.
Y mister Rosas preguntó a los jibaritos: "¿Quién
es este personaje?" Y Benito,
"avispao"
y "maleto" como el solo,
le respondió:
"Mistel, ese es año viejo
colorao."
Y Johnny Rosas se admiró
de la ignorancia
de aquellos muchachitos
y a la vez se indignó
por el descuido de Peyo
Mercé.
Llegó la noche de la Navidad. Se invitó a
los padres del barrio.
Peyo en su salón hizo una fiestecita típica
que quedó la mar de lucida.
Unos jibaritos
cantaban coplas y aguinaldos
con acompañamiento
de tiples y cuatros Y para
finalizar aparecían
los Reyes Magos, mientras
el viejo trovador
Simón versaba sobre "Ellos
van y vienen,
y nosotros no." Repartió
arroz con dulce
y bombones, y los muchachitos
se intercambiaron
"engañitos".
Y Peyo indicó a sus muchachos que pasarían
al salón de Mr. Johnny
Rosas, que les tenía
una sorpresa, y hasta había
invitado al supervisor
Mr. Rogelio Escalera.
En medio del salón se veía un arbolito artificial
de Navidad. De estante
a estante colgaban
unos cordones rojos. De
las paredes pendían
coronitas de hojas verdes
y en el centro
un fruto encarnado. En
letras cubiertas de
nieve se podía leer: "Merry
Christmas".
Todo estaba cubierto de
escarcha.
Los compadres miraban atónitos todo aquello
que no habían visto antes.
Mister Rogelio
Escalera se veía muy complacido.
Unos niños subieron a la
improvisada plataforma
y formaron un acróstico
con el nombre de
Santa Claus. Uno relató
la vida de Noel y
un coro de niños entonó
"Jingle Bells",
haciendo sonar unas campanitas.
Y los padres
se miraban unos a otros
asombrados. Mister
Rosas se ausentó un momento.
Y el supervisor
Rogelio Escalera habló
a los padres y niños
felicitando al barrio por
tan bella fiestecita
y por tener un maestro
tan activo y progresista
como lo era Mister Rosas.
Y Mister Escalera requirió de los concurrentes
el más profundo silencio,
porque pronto les
iba a presentar a un extraño
y misterioso
personaje. Un corito inmediatamente
rompió
a cantar:
Santa Claus viene ya ...
¡Qué lento caminar!
Tic, tac, tic, tac.
Y de pronto surgió en el umbral de la puerta
la rojiblanca figura de
Santa Claus con un
enorme saco a cuestas,
diciendo en voz cavernoso:
"Here is Santa, Merry Christmas
to you,
all!"
Un grito de terror hizo estremecer el salón. Unos campesinos se tiraban por las ventanas,
los niños más pequeños empezaron a llorar
y se pegaban a las faldas de las comadres,
que corrían en desbandada. Todos buscaban
un medio de escape. Y Mister Rosas corrió
tras ellos, para explicarles que él era quien
se había vestido de tan extraña forma; pero
entonces aumentaba el griterío y se hacía
más agudo el pánico. Una vieja se persignó
y dijo: "¡Conjurao sea! Si es el mesmo demonio jablando
en americano!"
El supervisor hacía inúltiles esfuerzos por
detener a la gente y clamaba
desaforadamente:
"No corran; no sean puertorriqueños
batatitas. Santa Claus
es un hombre humano
y bueno."
A lo lejos se escuchaba el griterío de la
gente en desbandada. Y
mister Escalera, viendo
que Peyo Mercé había permanecido
indiferente
y hiératico, vació todo
su rencor en él y
le increpó a voz en cuello:
"Usted,
Peyo Mercé, tiene la culpa
de que en pleno
siglo veinte se den en
este barrio esas salvajadas."
Y Peyo, sin inmutarse, le contestó: "Mister Escalera, yo no tengo la culpa de
que ese santito no esté en el santoral puertorriqueño."
_____
* Lea también de don Abelardo
Díaz Alfaro,
su famoso: El Josco.
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