Deseo trabajar de mi propio esfuerzo
Entrevista por Teófilo Maldonado; 1930
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"QUÍ ESTOY TRABAJANDO DE NUEVO", nos dice el conspicuo hombre público cuando
le expresamos nuestro propósito de entrevistarle
a través del mostrador... "Quiero demostrar
con esto que deseo vivir como lo hice siempre,
de mis propios esfuerzos. Liquidé en Fajardo
lo que me quedaba de mi antiguo negocio y
me lo traje a Santurce, donde creo que puedo
hacer algo para evitarme tener que estar
a merced de nadie. Me quedaba una maquinaria
completa para la confección de ropa y algunos
restos de mercancía, y me he situado o con
ellos aquí, para buscarme, como se dice vulgarmente,
las habichuelas".
"Usted sabe que en el cargo representativo
que ejerzo, dentro del marco estricto que
nos dejaron nuestros antepasados, no puedo
ni pedir, ni aceptar puestos retribuidos.
Ciertamente que a mis amigos como que les
mortifica algo verme así, nuevamente detrás
de un mostrador, vendiendo telas y zapatos,
y allá en un taller confeccionando ropa.
Pero yo, lejos de sentirme por eso humillado,
me siento orgulloso y espero que mis amigos
también experimenten ese orgullo al verme
insistir en el trabajo para ganarme la vida.
Aunque tengo mi profesión de abogado, no
la ejerzo en los tribunales por circunstancias
que no son del caso ahora mencionar, y me
limito a llevar aquellos asuntos exparte
que me confían algunos clientes y a evacuar
aquellas consultas que se me hacen por algunos
amigos.
"Aquí puede usted ver mi tiendita. Acérquese. Voy a enseñarle algo de lo que
se confecciona en el taller y de lo que vendemos
en este humilde establecimiento. En estas
industrias está vinculado el porvenir de
Puerto Rico. Produciendo lo que el país necesita
para su vestido, para su calzado, y para
su indumentaria en general, combatimos prácticamente
el absentismo que nos abruma, echamos a rodar
nuestro propio dinero para fomentar nuevas
industrias y nuestro obrero encuentra no
solamente la protección del trabajo sino
también el buen trato que sólo puede proporcionarle
su compatriota que le conoce y ve en él un
legítimo sucesor y defensor de la personalidad
de Puerto Rico.
"Con una protección arancelaria que
es justa y absolutamente necesaria, no ha
menester de nadie Puerto Rico para vivir
su propia vida, cultivando los productos
de su tierra, y fomentando las industrias
que le son propias. Haremos siempre, seguramente,
una vida pobre, porque es un sueño creer
que en algún momento, pequeños como somos,
podremos competir con las viejas y potentes
industrias del exterior, a no ser que en
el estudio científico de nuestras propias
labores realicemos algo especial, hijo de
nuestro genio industrial, digno de portería
llevar al exterior con éxito como está hoy
llevando Cuba su industria del calzado y
otras que compiten ventajosamente con la
industria americana".
- EL REMANSO DEL HOGAR.
---- ¿Cuál ha sido el momento más feliz de
su vida?
"----Yo no he tenido momento más feliz
en mi vida que aquél que me ha proporcionado
mi hogar, que es el único sitio en donde
encuentro junto a mi buena compañera y mis
hijos, las horas de paz que necesito cuando
la tormenta ruge a mi alrededor. Pero aún
en mi hogar me ha perseguido la tragedia
de mi existencia, arrebatándome a mi inolvidable
hijo Jaime, a los veintidós años de edad,
y a la esposa de mi hijo Antonio casi a raíz
de su enlace. Me miro ahora en los dos huerfanitos
que quedaron y que son a la vez el consuelo
y la tristeza de mi hogar." [Foto a
la derecha: el periodista Teófilo Maldonado]
---- ¿Y el momento más amargo, don Antonio?
"---- Es algo muy romántico...---- No
me parece propio relatarlo". [Hace una
pausa] "Ya que usted me ha hecho ser
tan franco al hablar sobre las cosas íntimas
de mi vida, voy a complacerle", agrega
luego.
"El momento más amargo de mi vida fue aquel en que perdí a mi primera novia,
que era, precisamente, prima de la que varios
años después fue mi esposa. Aquella tragedia
ocurrida en los comienzos de mi juventud,
ya preparado para casarme, ha dejado una
huella tan dolorosa en mi vida que a mi propia
mujer se la cuento a veces como una demostración
de mi lealtad y mis sentimientos. En mis
grandes tribulaciones, sin quererlo, se presenta
aquella virgen en mi fantasía y en la angustia
de mis sueños, tal y como yo la coloqué en
su féretro, cubierta de azahares, con su
velo, la mitad del cual, por coincidencia
del destino, le sirvió siendo niña a la que
hoy es mi esposa para ir con él al entierro...
".
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