MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
- CUARESMA 2008 -
"La limosna evangélica no es simple
filantropía:
es más bien una expresión
concreta de la
caridad,
la virtud teologal que
exige la conversión
interior
al amor de Dios y de los
hermanos, a imitación
de Jesucristo"
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"El hecho de compartir con los pobres lo que
poseemos nos dispone
a recibir ese don...
La limosna educa
a la generosidad del amor."
- Benedicto XVI
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Extracto del mensaje cuaresmal de Benedicto
XVI:
"ada año la Cuaresma nos ofrece una ocasión
providencial para profundizar
en el sentido
y el valor de ser cristianos,
y nos estimula
a descubrir de nuevo la
misericordia de Dios
para que también nosotros
lleguemos a ser
misericordiosos con nuestros
hermanos.
En el tiempo cuaresmal
la Iglesia se preocupa
de proponer algunos compromisos
específicos
que acompañan concretamente
a los fieles
en este proceso de renovación
interior: son
la oración, el ayuno y la limosna. Este año, en mi acostumbrado mensaje cuaresmal,
deseo detenerme a reflexionar
sobre la práctica
de la limosna, que representa
una manera
concreta de ayudar a los
necesitados y, al
mismo tiempo, un ejercicio
ascético para
liberarse del apego a los
bienes terrenales.
Cuán fuerte es la seducción
de las riquezas
materiales y cuán tajante
tiene que ser nuestra
decisión de no idolatrarlas,
lo afirma Jesús
de manera perentoria: "No
podéis servir
a Dios y al dinero".
"La limosna nos ayuda a vencer esta
constante tentación
educándonos a socorrer
al prójimo en sus
necesidades y a compartir
con los demás lo
que poseemos por bondad
divina. Las colectas
especiales en favor
de los pobres, que
en Cuaresma se realizan
en muchas partes
del mundo, tienen esta finalidad.
De este modo, a la
purificación interior
se añade un gesto
de comunión eclesial al
igual que sucedía
en la Iglesia primitiva".
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"Según las enseñanzas evangélicas no
somos propietarios de los
bienes que poseemos,
sino administradores: por
tanto, no debemos
considerarlos una propiedad
exclusiva, sino
medios a través de los
cuales el Señor nos
llama, a cada uno de nosotros,
a ser un medio
de su providencia hacia
el prójimo".
"En el Evangelio es clara la amonestación
de Jesús hacia los
que poseen las riquezas
terrenas y las utilizan
para sí mismos. (...)
La llamada a compartir
los bienes resuena
con mayor elocuencia
en los países en los
que la mayoría de
la población es cristiana,
puesto que su responsabilidad
frente a la
multitud que sufre
en la indigencia y el
abandono es aún más
grave. Socorrer a los
necesitados es un
deber de justicia aun antes
que un acto de caridad".
"El Evangelio indica una característica
típica de la limosna
cristiana: tiene que
ser en secreto. (...)
Queridos hermanos y
hermanas, que esta
conciencia acompañe cada
gesto de ayuda al
prójimo, evitando que se
transforme en una
manera de llamar la atención".
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"En la sociedad moderna de la imagen
hay que estar muy atentos,
ya que esta tentación
se plantea continuamente.
La limosna evangélica
no es simple filantropía:
es más bien una
expresión concreta de la
caridad, la virtud
teologal que exige la conversión
interior
al amor de Dios y de los
hermanos, a imitación
de Jesucristo".
"Invitándonos a considerar
la limosna
con una mirada más profunda,
que trascienda
la dimensión puramente
material, la Escritura
nos enseña que hay mayor
felicidad en dar
que en recibir. (...) Cada
vez que por amor
de Dios compartimos nuestros
bienes con el
prójimo necesitado experimentamos
que la
plenitud de vida viene
del amor y lo recuperamos
todo como bendición en
forma de paz, de satisfacción
interior y de alegría".
"Y hay más: San Pedro cita entre los
frutos espirituales
de la limosna el perdón
de los pecados. (...)
Como a menudo repite
la liturgia cuaresmal,
Dios nos ofrece, a
los pecadores, la
posibilidad de ser perdonados.
El hecho de compartir
con los pobres lo que
poseemos nos dispone
a recibir ese don".
"La limosna
educa a la generosidad del
amor. (...) Al respecto
es significativo
el episodio evangélico
de la viuda que, en
su miseria, echa
en el tesoro del templo
"todo lo que
tenía para vivir". |
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La Biblia católica
para jóvenes
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"Este episodio conmovedor se encuentra
dentro de la descripción
de los días inmediatamente
precedentes a la pasión
y muerte de Jesús,
el cual, como señala San
Pablo, se ha hecho
pobre a fin de enriquecernos
con su pobreza;
se ha entregado a sí mismo
por nosotros.
La Cuaresma nos empuja a seguir su ejemplo, también
a través de la práctica
de la limosna. Siguiendo
sus enseñanzas podemos
aprender a hacer de
nuestra vida un don total;
imitándole conseguimos
estar dispuestos a dar,
no tanto algo de
lo que poseemos, sino a
darnos a nosotros
mismos. ¿Acaso no se resume
todo el Evangelio
en el único mandamiento
de la caridad? Por
tanto, la práctica cuaresmal
de la limosna
se convierte en un medio
para profundizar
nuestra vocación cristiana.
El cristiano,
cuando gratuitamente se
ofrece a sí mismo,
da testimonio de que no
es la riqueza material
la que dicta las leyes
de la existencia,
sino el amor. Por tanto,
lo que da valor
a la limosna es el amor,
que inspira formas
distintas de don, según
las posibilidades
y las condiciones de cada
uno".
MESS/CUARESMA 2008/... VIS 080129 (860)
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