LA CUARESMA
Origen, desarrollo y significado
por fray Dr. Mario A. Rodríguez León, O.P.
Diseño, editor: Luis R. Negrón Hernández
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Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma:
Se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza
No me mueve, mi Dios, para quererte
Cuaresma: Mensaje del Papa Francisco
El Papa se confiesa
Cardenal Bergoglio: nuevo papa Francisco
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RIGEN HISTÓRICO DE LA CUARESMA
No sabemos con precisión cuando empezó la Cuaresma. En el siglo IV ya hay textos suficientes que nos hablan
de la cuaresma. Ciertamente, el origen está
en la práctica literal de los cuarenta días
de ayuno y abstinencia de Moisés, de Elías
y sobre todo de Jesucristo, que probablemente,
ni son cuarenta ni son días, sino números
simbólicos. Para los semitas los números
tenían un gran valor simbólico; los números
significaban plenitud.
Los padres griegos al traducir los números
simbólicos de la Sagrada
Escritura,
los tomaron como si fueran
números
en serio. Lo que fue una
escenificación
simbólica de plenitud,
lo convierten
en una especie de liturgia
de días
numerales.
El sentido de la cuaresma como vida, pasión muerte y resurrección de Cristo,
está muy influido por las diferentes culturas
que se van introduciendo en el cristianismo.
Por ejemplo, aquí entra la tradición judía
del ayuno. La tradición judía del ayuno está
íntimamente unida a su tradición teológica
de sacrificio: todo pecado requiere sacrificio.
El hombre tiende a constituirse un poco en
víctima ante Dios y ése es el origen del
ayuno.
LA INFLUENCIA GNÓSTICA
También durante
los primeros siglos
del cristianismo
influyen en la práctica
del ayuno los grupos
gnósticos (movimientos filosóficos que pretendían
poseer un conocimiento
completo de la naturaleza
de Dios), con su concepción del cuerpo y alma,
y sobre todo la platónica:
el cuerpo
es una cárcel del
alma. Lamentablemente
el cuerpo es algo
que comienza a ser despreciado
y visto como un enemigo.
Es la antropología
dualista griega,
de la cual todavía
no nos hemos desligado
del todo. Evidentemente
esta concepción dualista
llevó
a un incremento de
la penitencia, es decir
de hacer que el cuerpo
sufra y se convierta
en víctima para que
el alma se purifique. |
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Aprobación vaticana |
Por ejemplo a tal extremo llegó esta mentalidad que Orígenes, un padre de la Iglesia se
castró. Para los primeros cristianos, lo
más importante era la vigilia pascual y luego
la cincuentena pascual, el pentecostés. Luego,
poco a poco como una preparación de estas
fiestas se fueron añadiendo algunos días.
Primero los de la Semana Santa, y luego algunas
semanas, sobre todo las tres primeras, y
luego, las cinco semanas actuales.
La idea fue adelantar la preparación
a la Pascua y esto, como
bien señala
Luis Maldonado, es plenamente
actual. La
cuaresma no tiene un fin
en sí mismo,
sino que es una dinámica
de preparación,
de avance hacia la Pascua.
Poco a poco la
Iglesia le fue dando un
significado de tipo
bautismal catecumenal.
Es decir, se celebraba
el bautismo de los catecúmenos.
Actualmente
este profundo significado
se está
tratando de recuperar hoy
día. Según
señala Luis Maldonado:
El error quizá de los últimos
siglos es que se
ha
autonomizado demasiado
la cuaresma, se la
ha
convertido en un
valor en sí
misma,
bastante
desconectada de la
Pascua, bien en torno
al pecado,
bien en torno a esa
especie de mortificación
de lo
corporal. |
EL CONCILIO VATICANO II
A partir del Concilio Vaticano II, se ha tratado de subsanar esta falta,
es decir, darle a la cuaresma
un carácter
muy relativo, de preparación.
Porque si no
hay una preparación, la
vigilia pascual se
nos escapa, pierde su sentido
y recordemos
que la Pascua es el eje
central de todo el
año litúrgico y de toda
la vida cristiana.
La cuaresma nos ubica en perspectiva en la
construcción del Reino.
La cuaresma
es época de conversión,
de
cambio profundo en donde
siempre está
presente el horizonte de
la muerte y la resurrección.
La experiencia cuaresmal
nos permite hacer
un balance de nuestras
vidas. Sin embargo,
no creo que siempre nuestras
prácticas
y devociones apunten hacia
una metanoia, hacia un cambio radical de actitud en nuestra
vida. Con frecuencia oímos
a mucha
gente decir que la cuaresma
hoy día
no les llena, que le falta
algo. Y me pregunto:
¿cómo hoy día nos preparamos
para celebrar la Pascua?
¿A qué
responde ese vacío que
sentimos?
[Foto: sesión del Concilio Vaticano
II, en la basílica
de San Pedro]
SIN LA CRUZ, LA RESURRECCIÓN ES IDEALISTA
Creo que en parte el problema reside a que la cuaresma ha sido más bien un experiencia
sociológica que vivencial. Es decir, la cuaresma
es parte de nuestra tradición religiosa.
Muchos cristianos añoran varias prácticas
religiosas del pasado, como por ejemplo las
procesiones, vía crucis, etc. Y no es que
estas prácticas estén mal, no, sino que no
podemos celebrarlas con toda la carga del
pasado, sino que tenemos que darle un sentido
más vital, más actual a la luz de la realidad
concreta y compleja en que vivimos.
Lamentablemente aún hoy día
vivimos una cuaresma pesimista
como si todo
terminara en el sufrimiento
y la muerte.
Necesitamos celebrar más
profundamente
la Resurrección, no como
un hecho
aislado, triunfalista y
desencarnado de la
vida cotidiana. Tenemos
que darle un profundo
sentido a la muerte de
Jesús que conmemoramos
el Viernes Santo. Se tiene
una concepción
mágica de la redención
y en
el fondo se elimina lo
escandaloso de la
cruz histórica de Jesús (Jon Sobrino). Nos señala el teólogo Jon
Sobrino que "sin la cruz la resurrección es idealista;
la utopia de la resurrección
cristiana
sólo se hace real desde
la cruz". [A la derecha: mosaico de Cristo crucificado]
La muerte de Jesús rompe con toda la visión que hasta entonces
se tenía de Dios. Porque nuestra fe nos exige
reconocer a Dios en un crucificado en un
fracasado, en un abandonado, que ni tan siquiera sus discípulos
estuvieron dispuestos a
salvarlo. Creo que
hace falta reflexionar
mucho más sobre
este particular. Ahora
nos preguntamos por
qué Jesús, el abandonado
de
todos incluso de Dios Padre,
fue capaz de
resurrección. Jesucristo
resucitó
porque dándolo todo, la
muerte ya
no puede quitarle nada.
Es una experiencia
profunda de vacío, de kenosis, entrega total y esta experiencia es la
que nosotros como cristianos
tenemos que
vivir. Ahora me pregunto
si nuestras experiencias
de cuaresma nos sitúan
en esta perspectiva
o si en cambio nuestra
experiencia de cuaresma
es a nivel de sauna.
Por lo general hemos interpretado desde un
ángulo puramente legalista
la muerte
de Jesús (influencia de San Pablo) en el cual Jesús murió en
la cruz para pagar la deuda
que el hombre
tenía con Dios. Sin embargo
esta interpretación
explica el escándalo de
la cruz como
algo individualista y no
permite ver del
todo las profundas consecuencias
que este
acto conlleva en las estructuras
históricas
en que vivimos. Cristo
murió en la
cruz para eliminar nuestro
pecado y todas
las injusticias sociales
que producen y fomentan
el pecado. La muerte de
Jesús afecta
en dos planos, el interno
y el externo. A
Dios se llega desde la
Cruz de Jesús
y no a la inversa (Jon Sobrino).
Para muchos católicos a partir del Miércoles de Ceniza hay que vivir tristeza, hay que vivir obscuridad
a todos los niveles. Esta
actitud pesimista
de la cuaresma es rechazada
en parte por
nuestra juventud, y la
verdad que los entiendo.
Los jóvenes de hoy desean
vivir el
misterio de la muerte y
la resurrección
del Señor, pero la juventud
busca otros símbolos en torno a la experiencia
cuaresmal. Los jóvenes
desean tener
una experiencia profunda
de Cristo, pero
no encuentran dónde. No
tienen símbolos
cuaresmales que representen
sus vidas, angustias
y anhelos. Algunos se encuentran
desorientados.
Por ejemplo las pascuas
juveniles han tenido
cierto resultado. Creo
que es una experiencia
que hay que explorar más
en Puerto
Rico.
[Foto: Procesión en Cuaresma en Carolina, en las primeras décadas del siglo
pasado]
A nuestras prácticas cuaresmales les
falta un poco de alegría.
Cristo murió
por nosotros, pero no para
cogerle pena.
Lo que nos ha dado Jesús
es morir
pero para vivir y la vida
hay que saber celebrarla.
Sin embargo esto no significa
que minimicemos
el sentido de la penitencia,
no; de ahí
la importancia del ayuno
y la abstinencia.
LA INFLUENCIA MISIONERA ESPAÑOLA
Ciertamente nuestra actitudes en torno a la cuaresma tienen su raíz histórica
en la influencia misionera de los españoles.
El sentido de la muerte es muy profundo en
la cultura española. Aquí en Puerto Rico para mucha gente como ya hemos indicado
la cuaresma parece tener
fin en el Viernes
Santo. Es un día de gran
solemnidad,
pero muchas veces se pierde
de perspectiva
que ese Jesús que murió
el
Viernes Santo resucitará
el domingo.
De ahí que la alegría de
la
resurrección tiene que
estar muy presente.
Hay quienes señalan que todas estas
situaciones que hemos indicado
arrancan de
una evangelización pobre.
En el caso
de Puerto Rico, nuestra
cultura religiosa
es muy deficiente o no
siempre responde a
la realidad del momento
en que vivimos. Es
decir hacemos muchas cosas
con gran devoción
incluso, pero no siempre
sabemos muy bien
lo que hacemos. Ahora,
sobre este particular
tenemos que tener bien
claro que para que
exista una experiencia religiosa, no necesariamente hay que tener
un conocimiento intelectual sobre ella; no,
incluso en muchos casos
un excesivo conocimiento
puede impedir la experiencia
misma. Tomemos
el ejemplo de los místicos,
siempre
luchando contra toda conceptualización
de Dios. No podemos caer
en una conceptualización
de todo lo que hacemos
en el plano religioso,
porque de lo contrario
se nos puede escapar
la experiencia del misterio
y lo indecible
de Dios. [Ilustración: Cristo resucitado instruye
a sus discípulos
- Mateo 28:19]
LA FE ES DAR TESTIMONIO DE LA CRUZ Y LA RESURRECCIÓN
Creo que hoy más que nunca nos hace falta la experiencia de lo místico.
Por esta razón, como bien señala Jon Sobrino,
la cruz no puede explicarse en términos lógicos
y mucho menos en esquemas filosóficos ya
establecidos.
En conclusión, nuestra fe tiene que
ser adulta, instruida y
vivida intensamente.
Indudablemente éste es
el gran reto
que nos plantea la fe,
es decir dar testimonio
de la Cruz y la Resurrección.
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