EL BEATO (Bienaventurado) OSCAR ROMERO
PROFETA Y MÁRTIR DE NUESTRO TIEMPO
por Luis R. Negrón Hernández
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*NOTA: Beatificado el 23
de mayo del 2015
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El prelado Monseñor
Oscar Arnulfo Romero,
de El Salvador
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ACE 43 AÑOS, en 1979, el arzobispo salvadoreño Oscar Arnulfo
Romero hizo un llamado, a
través de los medios
de comunicación, a las
fuerzas armadas para
que detuvieran inmediatamente
las masacres
que a diario cometían contra
la población
indígena y pobre de su
país.
"¡Por el amor de Dios!", rogó a
los soldados para que no obedecieran las
órdenes de sus superiores cuando les instruyeran
matar a inocentes. Y pidió al gobierno del
presidente norteamericano Ronald Reagan que
parara de suplir armas y equipos a la maquinaria
militar de su país, cuya "ayuda"
ascendía de 1.0 a 1.5 millones de dólares
diarios. Los altos oficiales eran entrenados
en la Escuela de las Américas, en el estado
de Georgia de los Estados Unidos.
Jóvenes aparecían descuartizados semanalmente en las calles, muchachas eran
ultrajadas y luego asesinadas
por fuerzas
paramilitares en las villas, poblaciones
civiles eran bombardeadas,
sacerdotes, monjas
y catequistas eran tiroteados.
Agentes de
la CIA, del Departamento
de Estado y grupos
especiales de combate de
los Estados Unidos
salían y entraban de los
cuarteles de los
altos oficiales del ejército.
Las instituciones universitarias
y medios
de comunicación que se
atrevieron a denunciar la represión del gobierno y sus
partidiarios comenzaron
a ser objeto de la
represión brutal. Ante
el ataque dinamitero
de la radioemisora YSAX,
-La Voz Panamericana,
que transmitía sus homilías
dominicales-
y los cometidos contra
la Universidad Centroamericana
José Santos Simeón (UCA),
el obispo Romero
levantó de nuevo su voz
de indignación y
denunció sin titubeos públicamente:
[Foto: el arzobispo Romero en una barriada
de la Capital].
"Este hecho de haber dinamitado la YSAX
es todo un
símbolo. ¿Qué significa?
La oligarquía, al
ver que existe
el peligro de que
pierda el completo dominio
que tiene
sobre el control
de la inversión, de la agroexportación,
y sobre el casi monopolio
de la tierra, está
defendiendo
sus egoístas intereses,
no con razones, no
con apoyo
popular, sino con
lo único que tiene, dinero
que le permite
comprar armas y pagar
mercenarios que están
masacrando al pueblo
y ahogando toda legítima
expresión
que clama justicia
y libertad. Por eso estallan
todas las
bombas manejadas
bajo ese signo, la de la
UCA. Por ello
también han asesinado
a tantos campesinos,
estudiantes,
maestros, obreros
y demás personas organizadas". |
Monseñor Romero recorría las calles y presenciaba las horribles matanzas. Cada
día las voces de denuncia
eran apagadas con
la intimidación. Pero su
predicación no cesaba;
era clara, defendía la
vida humana y buscaba
la reconciliación:
"Este es el pensamiento fundamental
de mi
predicación. Nada
me importa tanto como la
vida humana. Es algo
tan serio y tan profundo,
más que la violación
de cualquier otro derecho
humano, porque es
vida de los hijos de Dios
y porque esa sangre
no hace sino negar el
amor,
despertar nuevos
odios, hacer imposible la
reconciliación y
la paz".
[Foto: tres cruces en memoria de los
jesuitas asesinados
en El Salvador].
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Como en muchos de los países del Tercer Mundo, sólo un puñado de familias sumamente ricas
acaparaban el total de
las tierras, mientras
el resto del pueblo vivía
en condiciones
de extrema pobreza. El
16 de marzo de 1980,
le dijo a su pueblo:
"En este momento en que la tierra de
El Salvador es objeto
de conflictos, no
olvidemos que la tierra
está muy ligada a
las bendiciones y
a las promesas de Dios.
El hecho es que Israel
ya tiene tierra propia.
Toda esta tierra
la daré, le había dicho Dios a los patriarcas; y
después del
cautiverio, conducidos
por Moisés y Josué,
aquí está la tierra.
Por eso se celebra
una gran liturgia de acción
de gracias, la
primera Pascua de
Israel; que ya nos llama
a nosotros a
celebrar con igual
gratitud, adoración, reconocimiento,
al
Dios que nos salva,
que nos ha sacado también
de las
esclavitudes. El
Dios en quien ponemos nuestra
esperanza
para nuestras liberaciones
es el Dios de
Israel, que está
recibiendo este día
la celebración de la
primera Pascua.
Hay un sentido teológico
-decía- entre la
reconciliación y
la
tierra. Y yo quiero
subrayar esta idea, hermanos,
porque
me parece muy oportuna.
No tener tierra es
consecuencia
del pecado. Adán
saliendo del paraíso, hombre
sin tierra,
es fruto del pecado.
Hoy Israel, perdonado
por Dios,
regresando a la tierra,
comiendo ya espigadas
de su tierra,
frutos de su tierra,
Dios que bendice en
el signo de la tierra.
La tierra tiene mucho
de Dios, y por eso
gime cuando los
injustos la acaparan
y no dejan tierra para
los demás. Las
reformas agrarias
son una necesidad teológica;
no puede
estar la tierra de
un país en unas pocas
manos. Tiene que
darse a todos, y
que todos participen de
las bendiciones
de Dios en esa tierra,
que cada país tiene
su tierra prometida
en el territorio
que la geografía le señala.
Pero debíamos de
ver siempre -y no olvidarlo
nunca esta
realidad teológica-,
de que la tierra es
un signo de la justicia,
de la reconciliación.
No habrá verdadera
reconciliación de
nuestro pueblo con
Dios mientras no haya
un justo
reparto, mientras
los bienes de la tierra
de El Salvador
no lleguen a beneficiar
y hacer felices a
todos los
salvadoreños".
|
[Foto: a la extrema derecha el padre Rutilio
Grande junto a otros que
fueron poco después
asesinados en El Salvador].
Pero para los que ostentaban el poder militar y económico del país, ese llamado a la "justicia
social y cristiana"
representaba el
fin de su dominio, una
amenaza, una provocación.
El obispo Romero comenzó
a recibir toda clase
de injurias y amenazas
anónimas contra su
vida. Pero, en vez de despertar
en su espíritu
perturbación, rogó por
sus enemigos:
"Me da más lástima que cólera cuando
me ofenden y
me calumnian. Me
da lástima de esos pobres
cieguitos
que no ven más allá
de la persona. Que sepan
que no
guardo ningún rencor,
ningún resentimiento,
ni me ofende...
todos esos anónimos
que suelen llegar con
tanta rabia
o que se pronuncian
por otros medios o que
se viven en
el corazón. Y no
es una lástima de superioridad;
es una
lástima de agradecimiento
a Dios y de súplica
a Dios:
Señor, ábreles los
ojos.
Señor, que se conviertan.
Señor, que en vez
de estar viviendo esa amargura
de odio
que viven en su corazón,
vivan la alegría
de la
reconciliación contigo".
|
Sus denuncias y su obra en defensa de "los más pequeños"
no eran ajenas al mundo.
El 14 de febrero
de 1978 había sido nombrado
Doctor Honoris Causa por la Universidad de Georgetown (EE.UU.);
y en 1979 había sido nominado
al Premio Nobel
de la Paz y en febrero
de 1980 era investido
Doctor Honoris Causa por la Universidad de Lovaina, de Bélgica.
También recibía el premio
Paz de Acción Ecuménica de Suecia. El gobierno norteamericano, no
obstante, lo ve sólo como
un obstáculo militar
y se queja al Vaticano.
¿Pero no lo entendían,
o no les convenía entenderlo?
¿En nombre
de qué reino político hablaba;
de la izquierda;
en favor de los "comunistas"?
Pero
si repetía una y otra vez
lo que el 2 de
septiembre de 1979 les
había aclarado:
"No nos pueden entender los que no entienden
la
trascendencia. Cuando hablamos de la injusticia
aquí abajo y la denunciamos, piensan que ya estamos
haciendo política.
Es en nombre de ese Reino justo
de Dios que denunciamos
las injusticias de
la tierra
y en nombre de aquel premio eterno que les decimos
a los que todavía
trabajan en la tierra:
Trabajen, pongan al servicio de la patria
todo su esfuerzo,
sus capacidades técnicas, profesionales,
políticas,
para dar a El Salvador una patria que no
sea ya el producto
de tantos corazones, sino que sea de verdad
la política
santa, la profesión y la justicia tal como la debían
de hacer
los hijos de Dios manejando la política de la tierra". |
No era la prédica de Mao, del Che o de Marx. Eran las enseñanzas de Cristo claramente
expresadas en el Evangelio.
El arzobispo
Romero sólo veía en cada
compatriota perseguido
y abusado al mismo Cristo.
El estaba allí;
en cada masacre y cuarto
de torturas:
"Dios en Cristo vive cerquita de nosotros.
Cristo nos ha dado
una pauta:
"Tuve hambre y me
diste de comer".
Donde haya un hambriento
allí está Cristo
muy cerca.
"Tuve sed y me diste
de beber".
Cuando alguien llega
a tu casa pidiéndote
agua, es Cristo
si tú miras con fe.
En el enfermo que
está deseando una visita.
Cristo te dice:
"Estuve enfermo y
me viniste a visitar".
O en la cárcel. ¡Cuántos
se avergüenzan hoy
de dar su
testimonio a favor
del inocente!
¡Qué terror se ha
sembrado en nuestro pueblo
que hasta
los amigos traicionan
al amigo cuando lo
ven en desgracia!
Si viéramos que es
Cristo el hombre necesitado,
el hombre
torturado, el hombre
prisionero, el asesinado,
y en cada
figura de hombre,
botadas tan indígnamente
por nuestros
caminos, descubriéramos
a ese Cristo botado,
medalla
de oro que recogeríamos
con ternura y la
besaríamos y no
nos avergonzaríamos
de él.
¡Cuánto falta para
despertar en los hombres
de hoy,
sobre todo en aquellos
que torturan y matan
y que prefieren
sus capitales al
hombre, retener en cuenta
que de nada
sirve todo, los millones
de la tierra nada
valen por encima
del hombre.
El hombre es Cristo,
y en el hombre visto
con fe y tratado con
fe miramos
a Cristo el Señor". |
Aquel profeta de Dios veía claramente que su pueblo sufría una
Cuaresma histórica. Pero
su espíritu estaba
gozoso porque también como
cristiano sentía
venir la esperanza de la
resurrección.
[Foto a la derecha: altar
donde fue asesinado
el arzobispo Romero].
Dijo:
"Ya de por sí la Pascua es grito de
victoria, que nadie
puede
apagar aquella vida
que Cristo resucitó y
que ya la muerte
ni todos los signos
de muerte ni de odio
contra él ni contra
su Iglesia podrán
vencer. ¡El es el victorioso!
Pero, que así como
florecerá en una Pascua
de Resurrección
inacabable, es necesario
acompañarlo también
en una
cuaresma, en una
Semana Santa, que es cruz,
sacrificio,
martirio. Y como
él decía: dichosos los que
no se escandalizan
de su cruz.
La cuaresma, pues,
es un llamamiento a celebrar
nuestra
redención en ese
difícil complejo de cruz
y de victoria.
Nuestro pueblo actualmente
está muy capacitado;
todo su
ambiente nos predica
de cruz.
Pero los que tienen
fe y esperanza cristiana
saben que detrás
de este calvario
de El Salvador está nuestra
Pascua,
nuestra resurrección.
Y esa es la esperanza
del pueblo cristiano." |
Mas, ¿fue aquel peligroso Por amor de Dios que dirigió a las tropas para que desobedecieran
las órdenes de asesinar
dadas por sus superiores
lo que colmó la copa de
los generales? Al
día siguiente de este llamado
dramático,
un 24 de marzo de 1979,
el obispo Romero
fue ultimado de un tiro
que le traspasó el
corazón en la capilla del
hospital para cancerosos
La Divina Providencia.
Estaba celebrando
la Eucaristía, consagrando
el pan y el vino.
Y, sin duda, por fin vio
la Resurreción prometida.
[Foto: el arzobispo Romero cae sin vida junto
al altar].
Poco después, varios sacerdotes jesuitas
profesores universitarios fueron ultimados a
tiros en horas de la noche por escuadrones
de la muerte del gobierno. Pasados varios
días, el tan ahora "elogiado" general
Colin Powell voló a El Salvador, visitó
a la alta jerarquía del ejército y felicitó
a las fuerzas armadas por "su gran labor
en defensa de la democracia". Ante la
indignación internacional, el líder de los
escuadrones de la muerte mayor Roberto D'Aubuisson,
quien junto a otros fueron entrenados y graduados
de la escuela militar de Fort Benning, Georgia,
fue detenido acusado de ordenar el asesinato
del padre Romero, mas fue luego puesto en
libertad con el beneplácito del ministro
de Defensa. D'Aubuisson murió de cáncer en la lengua,y el esófago
en febrero de 1992.
Oscar Romero es hoy considerado por muchos el mártir de los pobres en todas
Las Américas. La causa
para la beatificación
del Siervo de Dios se sigue en el Vaticano por los sacerdotes
postuladores Rafael Urrutia y Jesús Delgado.
Estos hechos fueron representados
en la dramática película "Romero ", interpretando al obispo nuestro actor puertorriqueño Raúl Juliá.
[Aquellos interesados en
conocer más sobre
la vida del padre Oscar
Arnulfo, vean: libros y película de Romero].
La sangre de los mártires continúa reafirmando la comunión de los
Santos en nuestra iglesia.
El 24 de mayo de 1993 fue ametrallado por
narcotraficantes en el
aeropuerto de Guadalajara,
México, el Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo. El 26 de abril
de 1998, fue asesinado
en Guatemala el obispo
Juan José Gerardi quien
denunciaba a la junta
militar de perpetrar abusos
a los derechos
humanos contra la población
indígena. Dos
días antes, había presidido
en la Catedral
Metropolitana, junto con
otros obispos de
la Conferencia Episcopal
de su país, la entrega
pública del informe "Nunca
Más",
que documenta y analiza
decenas de miles
de casos de violaciones
de derechos humanos
cometidas durante tres
décadas de guerra
civil en ese país. Y en
estos días de Cuaresma,
el 16 de marzo del 2002
-esta vez en Cali,
Colombia- fue ultimado
a balazos el arzobispo
Isaías Duarte Cancino,
junto a su iglesia
"El Buen Pastor" en el
vecindario
pobre donde trabajaba.
Duarte era un enérgico
defensor de la vida humana,
y criticaba abiertamente
a los enemigos de la paz:
los paramilitares,
la guerrilla y los políticos
apoyados por
narcotraficantes colombianos.
A estos obispos católicos, se unen en latinoamérica
decenas de sacerdotes,
laicos y hermanas
religiosas que han dado
sus vidas por reclamar
los derechos de los pobres,
a quienes pertenece
el Reino de los cielos
(Lucas 6, 20).
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*NOTA: El presidente de El Salvador, Mauricio
Funes, pidió el miércoles
24 de marzo del
2010, perdón por el asesinato,
del arzobispo
Óscar Arnulfo Romero y
dijo que los escuadrones
de la muerte que lo perpetraron
"actuaron
bajo la cobertura, colaboración,
aquiescencia
o participación de agentes
estatales".
Según documentos de la
Comisión de la Verdad
que investigó los crímenes
durante la guerra
civil en El Salvador, "existe
plena
evidencia" de la participación
del ya
fallecido Roberto D'Aubuisson, fundador de la derechista Alianza Republicana
Nacionalista, partido que
gobernó ese país
entre 1989 y junio de 2009.
La Comisión determinó que
D'Aubuisson "dio la orden de asesinar al arzobispo" e "instrucciones precisas" a miembros de su entorno de seguridad,
actuando como "escuadrón
de la muerte",
para "organizar y supervisar
la ejecución
del asesinato".
El 3 de septiembre del
2004, el juez federal
Oliver Wanger, de Fresno,
California, había
encontrado culpable al
capitán de la fuerza
aérea salvadoreña, Álvaro
Rafael Saravia,
de ser el responsable de
la organización
del asesinato del arzobispo
Romero. Un asesinato
que, según dijo el juez,
constituye un crimen
contra la humanidad, ya
que fue parte de
un ataque "sistemático
y extendido para
aterrorizar a la población
civil" de
El Salvador.
* Lea las encíclicas:
Encíclica Dios es amor : síntesis
Iglesia de Eucaristía
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