AUDIENCIA PAPAL: ES NECESARIO VIVIR EN ADHESION
A LA VOLUNTAD DIVINA
n la audiencia general celebrada en el Aula
Pablo VI el Santo Padre habló sobre el Salmo
145:
"Bienaventurado quien espera en el Señor", en el que se proclama
la "soberanía de Dios sobre la historia
humana".
"No estamos
abandonados a nosotros
mismos
-dijo el Papa-, las
vicisitudes de nuestros
días no son dominadas
por el caos o por
el
hado; no representan
una mera sucesión
de
actos privados de
todo sentido y fin.
En esta convicción se asienta una verdadera y propia profesión de fe en
Dios".
"Dios es creador
del cielo y de la
tierra
-dijo el Papa-, es
custodio fiel del
pacto
que lo une a su pueblo.
(...) El Señor no
es un soberano distante
de sus criaturas,
sino que participa
en su historia, como
Aquel
que propugna la justicia,
poniéndose al lado
de los últimos, de
las víctimas, de
los oprimidos,
de los infelices".
"El ser humano -continuó- se encuentra frente a una decisión
radical entre dos posibilidades contrapuestas:
por un lado está la tentación de 'confiar
en los poderosos', adoptando sus criterios
inspirados en la maldad, el egoísmo y el
orgullo". La otra posibilidad existente,
dijo, es "la vía de la confianza en
el Dios eterno y fiel".
Juan Pablo II subrayó
que "es necesario
vivir en adhesión
a la voluntad divina,
ofrecer
el pan a los hambrientos,
visitar a los prisioneros,
sostener y consolar
a los enfermos, defender
y acoger a los extranjeros,
dedicarse a los
pobres y a los míseros.
Es el mismo espíritu
de las bienaventuranzas;
es decidirse por
aquella propuesta
de amor que nos salva
ya
en esta vida y después
será el objeto de
nuestro examen en
el juicio final que
sellará
la historia".
Fuente: AG/SALMO 145/... VIS 030702 (290)
- CIUDAD DEL VATICANO, JUL. 2, 2003.
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Salmo 145
FELICIDAD
DE LOS QUE ESPERAN
EN DIOS
Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor
mientras viva,
tañeré para mi Dios
mientras exista.
No confiéis en los
príncipes,
seres de polvo
que no pueden salvar;
exhalan el espíritu
y vuelven al polvo,
ese día perecen sus
planes.
Dichoso a quien auxilia
el Dios de Jacob,
el que espera en
el Señor,
su Dios,
que hizo el cielo
y la tierra,
el mar y cuanto hay
en él;
que mantiene su fidelidad
perpetuamente,
que hace justicia
a los oprimidos,
que da pan a los
hambrientos.
El Señor liberta
a los cautivos,
el Señor abre los
ojos al ciego,
el Señor endereza
a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda
a los peregrinos,
sustenta al huérfano
y a la viuda
y trastorna el camino
de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de
edad en edad. |